El Pirineo se encuentra en un otoño atípico. Las altas temperaturas y la escasez de lluvia todavía no han cambiado el color estival del manto boscoso. Apenas se han dejado ver los rojos, amarillos y marrones en las hayas, robles y arces. El verde domina en todas sus tonalidades en las joyas de los valles de Ordesa, Pineta y Añisclo.

Los buscadores de setas no están de enhorabuena. Este es un mal año puesto que el suelo de los bosques está seco y la temporada puede finalizar sin que haya una buena cosecha para los aficionados a la micología. Por lo menos, los senderistas han podido practicar, hasta la fecha, el deporte que más le gusta sin lluvias y con temperaturas templadas.

El Valle de Pineta ha estado inundado por visitantes en el Puente del Pilar. Miles de personas han recorrido las bellezas de los Llanos de La Larri o las cascadas con el glaciar suspendido del Monte Perdido como telón de fondo.

Los senderistas que buscan la soledad del otoño en pleno Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido pueden elegir un recorrido circular por la Faja de la Tormosa, lejos de las aglomeraciones de los lugares más accesibles del valle.

La Faja de la Tormosa recorre horizontalmente y a media ladera el sector septentrional de la Sierra de las Sucas. Es un recorrido circular, que comienza y finaliza en el refugio de Ronatiza y que lo puede realizar una persona entrenada en poco más de cinco horas.

La época ideal para realizar esta excursión es el verano y el otoño. Sin embargo, durante el invierno y la primavera hay que extremar las precauciones por el peligro de las avalanchas. Debido a la orientación norte de la pared es probable que la nieve esté dura y exija el empleo de crampones y piolet.

Desde el refugio de Pineta hasta la base de la Cascada de Pineta o de Es Churros de Marmorés la subida gana en inclinación. El comienzo es llano hasta que se coge la pista que va a los Llanos de La Larri en la zona de acampada. La pista se abandona al atravesar el barranco de Es Churros de Marmorés y comienza una subida sostenida por sendero.

El montañero siempre debe tener la referencia a su izquierda del gran salto de la Cascada de Pineta. Un desvío nos lleva a mano izquierda a la base de la cascada. El camino de la derecha toma dirección al Balcón de Pineta. Se pasa un puente y comienza la parte más delicada de la excursión.

La subida por la ladera orográfica derecha gana altura por el roquedo y la pradera. Se debe superar una fácil chimenea, el Grau de Tormosa , donde una cadena facilita el paso por el repecho de piedra. El camino transita colgado sobre el Valle de Pineta, atravesando barranqueras donde merodean marmotas y sarrios.

La panorámica

Alcanzada la zona del pino negro se llanea. Mas de 600 metros nos separan del fondo del valle y el senderista transita siempre por encima de los 1.900 metros de altitud. La panorámica es magnífica con las vistas de este gran valle de 14 kilómetros de longitud coronado por las cimas de La Munia, La Robiñera, la Sierra de Espierba, los Astazus, las Tres Marías y las Tres Sorores.

El recorrido horizontal es de una hora larga hasta que el caminante alcanza el G.R.-11, el Gran Sendero Pirenaico que se dirige al Collado de Añisclo. En el fuerte descenso hasta el fondo del valle se atraviesan bellos bosques de abedules, hayas, pinos negros y abetos blancos.