Objetivo conseguido. La segunda Undécima de Rafael Nadal estará hoy en el museo del tenista en su academia de Manacor. Después de Montecarlo, el número 1 mundial ha repetido la proeza en el Barcelona Open Banc Sabadell al vencer en la final a Stefano Tsitsipas por 6-2 y 6-1. Una lección de tenis que apenas duró 78 minutos.

Esa lección «gratis» que había dicho que estaba dispuesto a recibir el joven tenista griego de 19 años, sorprendente finalista. Eso había dicho. Y, como también le prometió el número 1 mundial, se la dio sin demasiados problemas. Todo un master. Si hace tres años Tsitsipas se salvó de morir ahogado en el mar Egeo, ayer ni su padre Apostolos pudo evitar que Nadal ahogara cualquier ilusión que pudiese tener de levantar un trofeo y un cheque que no fuera el de finalista del torneo.

Tsitsipas no había cedido un set hasta llegar a la final. Ayer solo pudo ganar tres juegos. El poderoso saque mostrado durante la semana, su efectiva derecha, se diluyeron sobre la arena como un terrón de azúcar. Nadal impuso su ritmo y Tsitsipas no pudo seguirlo. Primero bajo unas condiciones climatológicas totalmente distintas al resto de la semana con 14 grados de temperatura, llovizna y viento, que dejaron la pista húmeda y las bolas muy pesadas. Y después, cuando desaparecieron las nubes, salió el sol y Nadal reafinó los golpes y la velocidad de la bola para mantener el dominio.

Fue la final más rápida de las 11 que ha disputado Nadal y la más corta del torneo superando a Kei Nishikori que en el 2014 ganó a Santiago Giraldo (6-2, 6-2). El joven tenista griego había sorprendido en Barcelona a jugadores de nivel como el argentino Schwartzman, Ramos, el austriaco Thiem, finalista el año pasado, o Carreño. Una cosa es enfrentarse a buenos jugadores y la otra hacerlo a un tal Nadal.

El número 1 demostró otra vez que, sobre tierra, juega en otra Liga y, por el momento sobre tierra, ni Tsitsipas, ni nadie parece en condiciones de jugarla. «Es un jugador fantástico que necesita tiempo de maduración», le reconoció el maestro al alumno. Palabra de profesor. Palabra de un tenista que, con los mismos años que el rival griego, ganó el primer título en Barcelona en el 2005. Y ya van 11.

¿El límite? Nadal lo desconoce. «A lo mejor está en 11, las cosas no se pueden prever. Hay muchas cosas que influyen, las cosas van muy bien y se ponen muy mal o al revés... lo que he conseguido es muy difÍcil y ya se aprecia. Si lo he hecho yo, otro podría hacerlo, pero no creo que lo vea yo», explicó.

DOMINIO ESPECTACULAR / Los números de Nadal son estratosféricos. Ayer logró el título 77 desde que debutó en el circuito profesional y aumentó a 55 el récord de torneos ganados sobre tierra batida, sumando su 401 victoria (91,9 %) sobre una superficie donde solo ha perdido 35 partidos en toda su carrera profesional. Cerró la semana con 46 sets consecutivos ganados desde que perdió el año pasado en Roma con Thiem y seguirá, una semana más, van 172, como número 1, camino de Madrid la próxima semana.

Nadie ha tenido un dominio así. Y eso le da seguridad para afrontar el camino hasta Roland Garros donde buscará la tercera Undécima. «Es momento de disfrutar de la competición y de las victorias. De tener unas sensaciones únicas que no durarán siempre», destacó.