El sueño de Montjuïc tuvo su continuidad en Mestalla. Si en Barcelona el Zaragoza fue capaz de dejar sin brillo a la galaxia madridista para alzar la Copa, ayer realizó una hombrada no menos difícil, batir en su campo al equipo con la mejor defensa de Europa, al actual campeón de Liga y de UEFA, partiendo con desventaja en el marcador. Para ello, el equipo zaragocista se marcó otro partido de los de guardar en la memoria y superó, apelando al trabajo, al orden, y con una pegada inhabitual, a la roca valencianista. De la sexta Copa a la primera Supercopa, días de gloria para el zaragocismo, que ha celebrado dos títulos en cinco meses. Como para no soñar con disfrutar con este equipo...

La historia del partido que convirtió al Zaragoza en el primer campeón de la temporada se resume en dos claves: organización defensiva e inteligencia. Además, el guión le salió a Víctor perfecto. Escogió los mismos actores que en la ida y su petición de marcar un gol rápido tuvo concesión inminente. El Zaragoza, que salió mejor posicionado que su rival, había avisado con timidez por medio de Javi Moreno y Zapater --otra vez magnífico-- y encontró en el remate de cabeza de Alvaro a medido centro de Savio el camino para empezar a derribar un muro sin su consistencia habitual y que en ataque notó la ausencia de Vicente y las presencias de Fiore y Corradi.

Con esa senda iniciada, el equipo zaragocista esperó a su enemigo. Jugó como lo ha hecho en los últimos tiempos el Valencia, apoyado en una defensa infranqueable, con Alvaro y Milito soberbios, y en la solidaridad y el esfuerzo del bloque.

DEBIL RIVAL Así, el rival tan apenas pudo acercarse a Luis García, aunque Mista tuvo la oportunidad más clara para empatar. Sin embargo, cuando más dominaba el conjunto local llegó el segundo zarpazo de los de Víctor. Directo al mentón. Una gran asistencia de David Villa dejó a Galletti solo y el Hueso recordó Montjuïc batiendo a Cañizares por bajo.

Aún tuvo tiempo el Zaragoza de dejar la segunda parte en anécdota, pero Javi Moreno, en una ocasión doble, no supo definir y el árbitro dejó vivo al Valencia al perdonar la expulsión de David Navarro por derribar a Savio cuando encaraba a Cañizares. Tras el descanso, el Valencia revitalizó su ataque con Aimar, que aprovechó el único error de concentración zaragocista para que Corradi marcara a placer. No se asustó el Zaragoza y buscó tener la pelota, faceta en la que Savio se agigantó, para dormir el choque.

El Valencia lo intentó sin orden, demasiado revolucionado, y el Zaragoza no perdió la compostura en ningún momento. Cani, Soriano y Generelo aportaron consistencia desde el banquillo y el partido se terminó de morir con un preciso cabezazo de Javi Moreno, mucho mejor en la segunda parte, en un saque de esquina. Su imagen, con la cara ensangrentada, refleja la heroicidad del Zaragoza en Mestalla. Fue un día de gigantes. Una noche para no olvidar, como aquella en Montjuïc. La temporada empieza con fiesta, con Cuartero levantando un título. ¿Hay mejor manera?