Mesut Özil dejará la selección de fútbol alemana. Tras haber vivido un verano especialmente turbulento, el jugador de raíces turcas anunció su retirada la noche del domingo acusando al presidente de la federación (DFB), Reinhard Grindel, de racismo. «Ya no seré el chivo expiatorio de su incompetencia», aseguró en un comunicado en el que lamenta que el dirigente le cargase los malos resultados de Alemania en el Mundial.

La polémica arrancó el pasado 13 de mayo cuando Özil se fotografió en Londres con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, que en ese momento se encontraba en plena campaña electoral. La imagen, en la que también aparecía el futbolista turco-alemán Ilkay Gündogan, indignó a los sectores más ultraderechistas y conservadores del país, que le acusaron de apoyar las políticas totalitarias del líder otomano.

Grindel desoyó las explicaciones de Özil y cargó contra él «por impulsar su propia agenda política», sin consensuarlo con la cúpula del fútbol alemán. «Soy alemán cuando ganamos, pero un inmigrante cuando perdemos», lamentó Özil, una misma crítica al racismo que también han hecho otros jugadores como el belga Lukaku o el francés Benzema. En su mensaje, el jugador remarca que su entrenador, Joachim Löw, y el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, le apoyaron en todo momento.

Özil rompió ayer su silencio sobre la fotografía. «No era una cuestión política sino de respeto a la máxima autoridad del país de mis padres. El encuentro no fue una muestra de apoyo a sus políticas», explicó, asegurando que la primera ministra británica, Theresa May, y la Reina de Inglaterra hicieron lo mismo.

En su mensaje, el futbolista del Arsenal, que también ha jugado en las filas del Real Madrid, el Schalke 04 y el Werder Bremen, arremetió contra la prensa sensacionalista alemana, que explotó la polémica con Erdogan. «Acepto que critiquen mi juego, pero no puedo aceptar que culpen a mi doble herencia y a esa foto del mal papel del equipo en el Mundial», apuntó. Justo ayer el tabloide Bild, el diario más vendido del país, le volvía a acusar de «llorón» y de venderse como una «falsa víctima» del racismo.

Mezclar deporte y política no ha sido un problema para el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), cuyos líderes pidieron a mediados de junio expulsar a Özil y Gundogan del combinado nacional. Antes, el presidente del partido xenófobo, Alexander Gauland, ya había asegurado que la selección de fútbol «no es alemana» y cargó contra el defensa de origen ghanés Jerome Boateng. La ministra de Justicia, Katarina Barley, no tardó en lamentar la situación vivida por el mediocentro turco-alemán.