Es el futbolista aragonés que más partidos ha jugado en Primera División, categoría en la que le hizo debutar Radomir Antic hace casi 25 años. Pasó por el Barcelona, el Racing, el Atlético y el Mérida, pero sus mejores años los dio en Sevilla, donde ha vuelto a vivir tras una experiencia amarga como entrenador del Huesca. Pablo Alfaro (Zaragoza, 26 de abril de 1969) no ha olvidado aquellos primeros días en La Romareda,cuando su abuelo le llevaba a ver nada menos que a Violeta.

--Oiga, doctor. ¿No va a trabajar como médico?

--La medicina me gusta mucho, pero el fútbol me gusta más. Cuando fui a jugar mi último año a Santander, ya tenía la palabra de Del Nido de que cuando acabase volvería a trabajar al Sevilla. Estuve dos años como coordinador del fútbol profesional, pero el puesto desapareció y ya me lancé a los banquillos.

--¿Llevaba idea de ser técnico?

--En nuestro mundo, lo más bonito es jugar, pero cuando ya no puedes, o te vas a los despachos o a los banquillos. Me tira más el banquillo, al menos ahora.

--En Sevilla es todo un personaje. Allí pasó sus mejores años, aunque se le escaparon títulos.

--La gente del sur es pasional, me acogió muy bien. El Sevilla ganó su primer título importante en mayo del 2006 y yo me había marchado ese enero. Esa UEFA la llegué a jugar, tres partidos, así que en mi curriculum viene. Si me hubiese quedado, habría jugado menos pero hubiese levantado alguna copa más.

--¿Sabe que hace casi 25 años que debutó en Primera División?

--Sí, en 1989. Fue el sueño de un aragonés, y más en mi casa, que siempre han sido muy futboleros. Me llevaban a La Romareda casi con el capazo. Recuerdo ir con mis abuelos y con mi padre, y tengo fotos. Éramos socios y no faltábamos al campo. Además, yo empecé en las categorías inferiores y debutar en el primer equipo fue cumplir ese sueño de la infancia, en Primera y con el equipo de tu tierra. Fue un 3-0 ante el Rayo Vallecano con Radomir Antic como entrenador.

--¿Empezó de lateral izquierdo?

--Los comienzos son más curiosos porque cuando firmé por el Zaragoza, con 10 u 11 años, era delantero centro. Mis primeros años era suplente de Salva, que luego jugó en el Celta. Pasé por Miguel Sanjuán, Antonio Prat, Carlos Rojo, José Luis Iranzo... Luego, ya en el filial, estuve con Casaús, Villanova y Sigi.

--¿Cómo retrocedió líneas?

--De golpe. De delantero al lateral izquierdo. Creo que fue en juveniles. No recuerdo quién, pero afortunadamente me cambiaron al lateral. Era el típico delantero tanque, pero me modelaron.

--¿Habría sobrevivido arriba?

--No creo que en Primera, igual en otras categorías. Pero hubiera dado mucha guerra, eso sí (risas). Mi sitio, claro, estaba detrás.

--¿Le marcó mucho Antic?

--Fue el momento en que me di cuenta de que podía ser profesional. Parece ser que en aquella época Zalba y Eduardo Gil hicieron mucha fuerza para que me subieran a la pretemporada. Antic quería un lateral con más experiencia, pero al final me subió a la pretemporada y le convencí.

--Era un lateral de los de antes.

--Sí. Nada que ver con Jordi Alba, Marcelo... El fútbol ha cambiado. Ahora ves delanteros que están más tiempo en su campo que en el contrario y al revés.

--Con el Zaragoza llegó a marcar un gol en la UEFA.

--Sí, en Chipre. Marqué alguno más, en Gijón, en Mallorca...

--¿Qué le quedó grabado de esos primeros años?

--Lo primero, haber podido disfrutar y sentirte futbolista de Primera en tu ciudad, que fue un orgullo. En veinte días pasé de ser estudiante de profesión con el fútbol como hobby a firmar un contrato y que fuese al revés.

--Se le recuerda mucho por un marcaje a Futre en Zaragoza.

--Ese Atlético era un poco como el de ahora, que peleaba la Liga con el Barça y el Madrid, muy buen equipo. Lo entrenaba Luis Aragonés y la estrella era Futre. Llegaron a La Romareda cuando el Zaragoza no era tan inferior como ahora y se peleaba con los grandes. Fue un partido trabado y duro, pero les ganamos. Marqué a Futre bien, pero salió con un ojo morado y se montó toda la parafernalia, con Jesús Gil y tal. Lo que pasa es que no se lo hizo en un lance conmigo sino con Belsué (risas). A partir de ahí empezó a forjarse la leyenda.

--¿Le reprochaban un codazo?

--Sí, algo así. Entonces no había tantas cámaras...

--¿Lo tenían más fácil?

--Sííí. El fútbol ha cambiado mucho. Entonces no se veía casi nada de lo que pasaba.

--Ya formó parte de esa evolución la temporada que estuvo en el famoso Barça de Cruyff.

--Si fue un cambio grande pasar a ser profesional en el Zaragoza, imagínese lo que fue ir al Barcelona, que un mes antes había ganado la Copa de Europa en Wembley.

--¿Qué tal los rondos con Laudrup, Stoichkov, Guardiola...?

--Muy bien, siempre en medio (carcajada). Pero, oye, que pocos pueden decir que han estado en los rondos del Barça (más risas). Era una pasada, un privilegio. El nivel técnico era increíble y a veces sufría, pero aprendí muchísimo, pese a que me pegué casi todo el año en el banquillo. Más tarde me fui al Racing tres años y al Atlético, que jugamos la Champions. Después estuve en el Mérida tres temporadas y luego ya al Sevilla.

--¿Cuándo empieza su fama de futbolista duro?

--En Santander tuve alguna que otra, también con el Atlético. Mediáticamente, ya en el Sevilla. A los grandes, cuando les haces de sparring, no te prestan atención, pero cuando les plantas cara ya no eres tan simpático.

--¿Lo dice por el Madrid?

--Antes de la final de Montjuic contra el Zaragoza, jugó la semifinal contra el Sevilla. Nos ganó 2-0 en el Bernabéu y en la vuelta les ganamos pero no conseguimos pasar. Lo pasaron muy mal, expulsaron a Zidane por darme un codazo y se lio una muy gorda. Entonces recuerdo que dije: "Mi pobre Zaragoza, que se dé por perdido contra esta gente con las ayudas que tienen". Luego me fui a ver la final desde Sevilla a Montjuic en directo y me encontré con una pancarta zaragocista que ponía: "Pablo Alfaro selección".

--¿Por qué era tan odiado fuera y tan querido en sus clubs?

--Cuanto más caña me metían en la prensa, más cariño me daba la afición. Cuando uno ha jugado 18 temporadas y más de 400 partidos en Primera, por algo será.

--Tampoco puede negar que era un defensa duro.

--Claro. Si lo dijera, mentiría. Pero nunca provoqué una lesión grave. De todas formas, pocos defensas recuerdo yo que hayan sido blanditos. Si quiere echamos la vista atrás en el Zaragoza.

--¿Lo dice por Fraile?

--Bueno, a Fraile lo tuve yo de profesor (risas). Cuando yo debuté era el central del Zaragoza.

--¿Calculaba entonces que iba a estar 18 años en la élite?

--A día de hoy tengo el orgullo de poder decir que soy el futbolista aragonés con más partidos en Primera. 418 he jugado.

--¿Qué delantero le marcó?

--Hugo Sánchez entraba muy poco en contacto con el balón, pero como te despistases un momento ya te había cogido un metro para rematar. Remataba de todas las formas además: de cabeza, de volea, de chilena... Y luego era un bicho, de mucho hablar, provocador. Me acuerdo también de Atkinson, de la Real, que era una roca. Cuando chocabas con él salías despedido.

--¿Qué dice de los árbitros?

--Conforme pasan los años, hablas mucho con ellos y te piden que te controles o controles a algún compañero. Al final tienes una pequeña complicidad, aunque también hay algunos que, por momentos, están más nerviosos que los jugadores.

--¿Despistaba por su talante duro dentro y amable fuera?

--Hubo algunos momentos que parecía el ogro del fútbol español. Los años que compartí el eje de la defensa con Javi Navarro tuvieron un denominador común en las ruedas de prensa de los viernes, que les preguntaban por nosotros a los delanteros de turno. Se lo preguntaban como si se enfrentasen a terminator. Nos lo tomábamos a cachondeo cuando lo leíamos: "A ver cuánto miedo nos tienen los delanteros de este domingo".

--¿Qué partido fue el más duro que recuerda?

--En Hamburgo, con el Zaragoza, nos expulsaron al Paquete y a mí (31 de octubre de 1989). Ese día nos dieron bien. En el Sevilla, contra Osasuna, en un último partido de Liga en casa. Nos jugábamos la UEFA. Ese día me dieron un puñetazo y me expulsaron por recibirlo. Tenían a Bakayoko, al Chengue Morales y a algún otro jugador de raza negra, rudos y fuertes. Javi le mordió a uno y a mí me pegaron. Yo solo vi una mano negra que me tumbaba, me levanté y fui a por él, pero resulta que me confundí (risas). Bueno, al final ganamos.

--Hizo buena pareja con Javi Navarro, pero antes con Aguado.

--Xavi llegó cuando yo llevaba un año en Primera, cuando estaba Ildo Maneiro. Hicimos muy buena amistad desde el principio, por la edad, por las parejas... Hemos mantenido la amistad hasta ahora. En el último partido de Aspanoa volvimos a ser la pareja de centrales del Zaragoza. Es el futbolista que más veces ha vestido la camiseta del Zaragoza. Como dicen los ingleses, one club man, jugador de un único club. Tuvo oportunidades de salir de Zaragoza, pero se mantuvo fiel y ganamos un zaragozano más.

--¿A él le sacaron más tarjetas?

--Sí, sí, sí. Le fastidia que lo digan, pero es verdad. Póngalo claro. (En las estadísticas salen los dos con 18 rojas, pero Aguado siempre replica que hubo una expulsión pública y manifiestamente injusta, la de Mejuto el día del "Rafa, no me jodas").

--Otro central que marcó su vida fue Violeta.

--Sí. Cuando era muy pequeño e iba con mis abuelos y padres al fútbol, crecí viendo a Violeta en La Romareda. Mi abuelo Guillermo, que en paz descanse, siempre decía cuando el rival achuchaba: "Tranquilos, que está el abuelo", cuando Violeta ya era veterano. Uno crece con eso metido dentro.

--¿Cómo ve al Zaragoza?

--Lo veo con tristeza, consciente de que su sitio natural está mucho más arriba. Pero, vamos, es la consecuencia de cómo han ido las cosas en los últimos años. Ahora estamos purgando.

--¿Qué dicen por los campos de España del Zaragoza?

--Hemos pasado de ser un equipo querido y simpático a no serlo. Esto se lo gana cada uno con su esfuerzo o su mal hacer. A los que lo llevamos dentro nos duele mucho escucharlo, pero no queda otra que admitirlo y esperar que cambie pronto.

--¿Recuerda cuando dijo que "esto es fútbol, no ajedrez"?

--De esa no me acuerdo. Recuerdo otra: "En el área no repartimos caramelos de limón" (risas). Como los periodistas pinchaban, había momentos que te buscabas otras formas de explicar lo que hacías, lo que han hecho y harán siempre los defensas.

--Como entrenador no le han ido las cosas tan bien.

--Con el Pontevedra, en Segunda B, nos quedamos a las puertas de ascenso; luego estuve con el Recre en Segunda, que me tocó la cara amarga; más tarde fuimos al Leganés,que también jugamos el playoff; y este año nos embarcamos en la aventura del Huesca. Allí primaron aspectos extradeportivos sobre los deportivos, no tiene sentido lo que pasó. El gran error fue no marcharme en pretemporada y dejar que los dos o tres que gobiernan allí el chiringuito lo sigan haciendo.

--¿Se arrepintió de apostar por ser entrenador?

--No. Tengo entre ceja ser un buen entrenador.