Pablo Hernández volvió a ser aclamado en el Príncipe Felipe, aunque esta vez por las decenas de aficionados oscenses que se desplazaron a Zaragoza. El guardameta fue clave en el triunfo del Huesca en el derbi, que permite al equipo de Nolasco mirar al segundo y tercer puesto de la clasificación. La portería acabó decidiendo un partido igualado, intenso, peleado, discutido, jugado a mil revoluciones por ambos equipos. El Huesca supo jugar mejor sus cartas y resultó justo vencedor.

La defensa oscense, culminada con las paradas de Pablo, cimentó un triunfo que tuvo su prolongación en los potentes lanzamientos exteriores de la primera línea --Novelle especialmente-- y en las contras con las que el Huesca castigó certeramente cada pérdida de los locales. El Aragón peleó con todo lo que tiene, que es menos de lo que ofrece el Huesca, y aprovechó la doble exclusión --de los dos especialistas defensivos-- del final de la primera parte para igualar el marcador (14-14) tras media hora de tenue dominio oscense.

En la segunda mitad el guión saltó por los aires. La adrenalina, las continuas exclusiones, enloquecieron un encuentro en el que el Huesca corrió más y mejor. Pablo Hernández detuvo dos contraataques que permitieron a su equipo volver a tomar el mando en el marcador. Cuartero, a la contra, desde el extremo, desde los siete metros, fue creciendo y creciéndose para convertirse en el máximo anotador del encuentro.

El Balonmano Aragón ofreció lo de siempre, pelea, entrega, esfuerzo, aunque eso no siempre es suficiente para ganar partidos. El compromiso de la plantilla lo ejemplifican Demetrio y Asier Antonio, jugando mientras el equipo ha necesitado los puntos, y que esta semana pararán para pasar por el quirófano. Sin lateral izquierdo, sin el pilar del centro de la defensa, Mariano Ortega tendrá que reinventar el equipo por tercera vez en la misma temporada.