Intentando sobrevivir al poderío de los equipos catalanes, el Helios disputa por primera vez en su historia la División de Honor de waterpolo. Al calor ambiental de la piscina cubierta del club, los hermanos García viven también su primera experiencia en la élite. Y, como la historia va de primeras veces, también es el primer año en el que juegan juntos. "Hemos ido por distintos clubs y al final hemos podido coincidir. La verdad es que es una cosa bonita", explica Pablo (24 años).

Ya hace tiempo, los dos se iniciaron en el mismo club, aunque por motivos diferentes. "Empecé con cursillos de natación, pero el waterpolo es un deporte más atractivo y me llamó desde pequeño, desde los diez años", explica Pablo, que, como buen hermano mayor, era el referente de Enrique y el causante de que este se decantara por el waterpolo. "Yo comencé porque mi hermano jugaba. Cuando eres pequeño, los mayores son tus ídolos", añade Enrique (19), portero del equipo. Casualidades del deporte, Javier Aznar, técnico del Helios, ha encomendado a Pablo la tarea defensiva de cubrir la boya, la posición que requiere mayor comunicación con el cancerbero. "Por mi puesto, necesito que el portero esté más pendiente de mí y me ordene. Aunque sea el mayor, tengo que hacerle caso, es el portero. Estamos los que más cerca en la piscina". Pero no todo es coordinación y buen entendimiento. "En los entrenamientos siempre hay un pique. 'Que no me vas a meter gol, que tal...'", dice Enrique. "Pero el pique no se queda en la piscina, eh", advierte Pablo, "el día que le ha salido bien a uno, el otro piensa: 'ag, no le he metido'". ¿Y quién gana los duelos? "Los suelo ganar yo, que soy el portero", responde Enrique. Pero llega la controversia. "Eso es todo mentira", corrige Pablo.