No hay paga extra que no sea bien recibida. Su ingreso suele evaporarse pronto para cubrir algún deseo, comprar ese capricho atrasado o cerrar alguno de esos agujeros que siempre se arrastran. Esa sensación de alivio, de tener algo más de pasta, al menos si no eres autónomo o uno de esos cuatro millones de parados, puede asemejarse a la que arropa a los equipos chicos cuando le dan un bocado a uno de los grandes. Siempre vienen de perlas porque no suelen darse muy a menudo. Porque puntuar, y ya no digamos ganar, en un escenario como el Nou Camp, incluso sin público y en silencio, incluso con las turbulencias en las que vive el Barcelona en los últimos meses, supondría un pago de puntos maravilloso para las aspiraciones del Huesca. Sería una resta de esas con las que no se suele contar mucho cuando haces matemáticas de dónde sí y dónde no puedes ir quitando números a la permanencia.

La semana ha sido larga de espera hasta esta fecha señalada en rojo para el futbolista y el aficionado. Jugar en lunes es una de esas anomalías del fútbol moderno y provoca un desajuste de la planificación, más con las ansias de resarcirse de la derrota ante el Celta. El 3-4 ha reducido el ritmo de recuperación que el Huesca venía registrando desde la llegada de Pacheta y vuelve a señalar a la debilidad defensiva como uno de los puntos flacos por los que sigue resbalándose en sus intentos de escalar en la tabla de la clasificación de esta Liga.

Al menos jugar el último tiene como recompensa saber lo que han hecho los otros. No ha ido mal del todo el tema. Los empates de Valladolid y Alavés y la derrota del Elche provocan que la realidad oscense siga siendo gris, no negra. Por eso almacenar un buen resultado en Barcelona supondría un pasito más y un respaldo de moral antes de acometer otra etapa decisiva para resolver su estancia la temporada que viene: recibirá a Osasuna y Alavés y visitará en medio al Levante. Tres encuentros más asequibles, en teoría y en historia, se divisan por el horizonte después de esta jornada ante un coco de la competición.

Tampoco ha ido mal el parte de la enfermería. La recuperación de Mosquera y, la más que previsible, de Sandro se ha confirmado tras los problemas musculares que evitaron que el delantero canario fuera alineado ante el Celta y que han dejado fuera de la dinámica del grupo al gallego desde finales de enero. El centrocampista ha completado a buen ritmo el trabajo de toda la semana. Mosquera fue titular indiscutible con Míchel, pero no ha podido ser ni convocado por Pacheta, con el que encajaría como un guante en la posición de cinco habilitada en la medular desde la contratación del preparador burgalés. Luisinho también está apto.

Retoques

Estas altas y la mejora física de Vavro podrían apuntar algún cambio en la alineación, no tanto una alteración del dibujo (5-3-2). Sí se percibe la necesidad de acometer retoques tras certificarse la vulnerabilidad defensiva que parecía corregida cuando Pacheta recaló en el banquillo, pero que se ha ido evaporando. No es el Barcelona un grupo con debilidades para hacer goles.

El Huesca podría pescar en las aguas revueltas del barcelonismo. París está en su mente. Porque fue el PSG quien les eliminó de la Champions esta semana y porque allí se sospecha que puede terminar Messi si Joan Laporta no lo evita en su regreso a la presidencia de la entidad azulgrana. Precisamente en este partido el astro argentino pasará a Xavi como el culé con más partidos (767) en la historia. En Huesca rezan para que no quiera celebrarlo.

En medio de este oleaje se percibe menos que Ronald Koeman podría aupar a sus jugadores a cuatro puntos del Atlético, el líder que parecía inalcanzable, y aún con el duelo directo entre ambos por jugarse. El Barça acumula 39 de los últimos 45 puntos en juego, más la clasificación para la final de la Copa, aunque es verdad que ha tenido tres empates en casa que animan a la sorpresa oscenses: Valencia, Eibar y Cádiz. Esa esperanza se diluye en sus dos anteriores visitas al Camp Nou (8-1 en Copa 2015 y 8-2 en la Liga de hace dos años) y el 0-1 de la ida.