Paredes y José Mari ya son, a efectos de la consideración de Paco Herrera, dos jugadores más. Una vez finalizado el plazo de fichajes sin que se resolvieran sus salidas, el entrenador, que ya ha dialogado con ellos, considera que puede contar con ambos y, debido a las bajas que hay para el partido en Lugo, los dos tienen opciones de viajar. En particular más el Jabalí, ya que solo hay dos centrales (Álvaro y Laguardia) y Cortés, una de las alternativas opcionales en el eje, cayó lesionado el domingo.

Tras demandar por impago al club el pasado 2 de enero, Paco Herrera ya avisó a esos dos futbolistas y a Movilla de que mientras durase el mercado de fichajes y hubiera opciones de que salieran, como era el deseo del Zaragoza, no iba a contar con ellos. El técnico y el club consideraron un grave error que interpusieran aquellas demandas.

Paredes ya anunció al club a mediados de enero su intención de no irse al no haber acuerdo para su salida y no tener ofertas para ello. Tampoco hubo acuerdo con José Mari, con cuyo agente se negoció hasta el 30 de enero. El Girona fue el único que preguntó de forma oficial por el andaluz, que fue ofrecido a muchos clubs de Segunda, a la mayoría, pero su alta ficha fue el obstáculo. Así, al final también se quedó. Eso sí, que Paco Herrera cuente con ellos como dos más no quiere decir que su protagonismo vaya a ser importante. Paredes no juega desde el partido en Eibar y la cláusula de renovación automática por un año si disputa 14 partidos oficiales o más (lleva 9) es otro condicionante. Y José Mari solo ha tenido 730 minutos en este curso y por delante en la medular están ahora Paglialunga, Acevedo, Tarsi y Cidoncha. Así que, salvo sorpresa, el protagonismo de ambos apunta a ser secundario.

MOVILLA

Otro caso muy diferente es el de Movilla. El madrileño está suspendido hasta el 1 de marzo de empleo y sueldo por el Zaragoza --ahora se ejercita con el Rayo Majadahonda--. Con el Pelado el grado de enfrentamiento con el club es notablemente mayor. La radicalización de esa batalla entre Pitarch y el jugador, con los efectos colaterales que el enfado del jugador también dejó notar en el vestuario, convierten en una quimera que vuelva a vestir la elástica zaragocista.