El Real Zaragoza dejó ayer de marcar por segunda vez en el actual ejercicio. La otra vez que incumplió en su cita con el gol fue en La Rosaleda contra el Málaga, un partido que se cerró con ambas porterías vírgenes. Sin embargo, ayer fue fiel a la terrible fragilidad que está acusando este año atrás y que ya le ha situado, en solitario, al frente de una lista negra: es el equipo que más tantos, 13, ha recibido en Primera División en las seis jornadas disputadas. Pese a los vídeos, las conversaciones y el trabajo de rectificación en los entrenamientos, Víctor Muñoz no ha logrado que su defensa --o su sistema defensivo, para respetar la verdad del asunto y la óptica del entrenador sobre el problema-- no sea un coladero, un chollo para sus rivales.

El día que se estrenaba la pareja Amoroso-Wamchope en Málaga, resistió el empate inicial. En el resto de los encuentros, Luis García ha acudido al menos en una ocasión a recoger el balón de dentro de su marco en un ritual que intranquiliza porque se ha convertido ya en fea costumbre. La magnitud del problema afecta al número, pero también a la forma en que el conjunto aragonés es acribillado una y otra vez, en algunos casos por adversarios en teoría menores.

La derrota frente al Bar§a se puede leer como un capítulo aparte, sobre todo porque su puntería vino precedida de más aciertos de los jugadores azulgranas que por errores de los zaragocistas. Hubo grandes disparos lejanos que se alojaron en la red de la escuadra aragonesa y combinaciones de alta escuela difíciles de contrarrestar, como las de Ronaldinho con Eto´o y Van Bronckhorst.

Urgente reparación

El segundo gol del Villarreal pertenece al amplio catálogo de fallos que necesitan urgente reparación. Riquelme solo en la frontal del área para pensar, sin Zapater cerca y con Alvaro y Capi en las musarañas. Un pasillo, el consiguiente centro placentero y evidente y la aparición de Forlán para driblar a Luis García. El Getafe se adelantó en La Romareda y estrenó su cuenta histórica en su debut en la élite con un gol que vino precedido de un pase diagonal por detrás de todos los zagueros. Ahí empezó todo. Pasen y marquen.

La visita del Albacete dejó más cuestiones al descubierto. Dos remates de Pacheco, el segundo con éxito, en el segundo palo, una carrera de Rubén que nadie frenó y que Redondo aprovechó para poner por delante a los manchegos y una vaselina de Rubén que cuestiona la mal adelantada defensa del Real Zaragoza, que deja muchas veces descubiertos sus flancos.

El Levante levantó más ampollas y dejó a Alvaro y a Milito en cuarentena en su peor actuación conjunta. Fueron burlados en el regate y en el juego aéreo por Manchev y Celestini hasta hacerse un manojo de nervios. Todo esto sin contar con lo de Olomouc.