Ni el más pesimista de los aficionados del Real Betis ni, por supuesto, su presidente, Manuel Ruiz de Lopera, imaginaban que su equipo iba a estar tras 18 jornadas con sólo dos puntos de renta con respecto a la zona de descenso. Seguro que tampoco lo imaginaría Víctor Fernández, que ya la temporada pasada no cumplió con el objetivo de sacar billete europeo y que en ésta no ha logrado enderezar una trayectoria que se complicó después de las primeras jornadas y que va ganando tintes dramáticos con el paso de las fechas.

Y ese calificativo no es gratuito. Es verdad que las lesiones siguen sin respetar al Betis de Víctor, no lo hicieron el año pasado y tampoco lo han hecho en éste. Por la enfermería verdiblanca han pasado Assun§ao --todavía está--, Denilson, que no termina de estar bien después de la intervención en una rodilla la temporada pasada, Tote, Dani, Luis Fernández y el recientemente recuperado Alfonso. Todos jugadores importantes, aunque no es menos cierto que en la plantilla hay efectivos suficientes como para suplir cualquier contingencia.

Completar un buen plantel

Lopera se gastó cerca de 10 millones de euros el pasado verano y por Heliópolis llegaron Contreras, Lembo, Tote, Ismael, Palermo y Alfonso. No fue una inversión excesiva si se la compara con la de otras temporadas, pero es que el plantel ya tenía mucha calidad en sus filas: Joaquín, Denilson, Fernando, Capi, Juanito, Assun§ao, Arzu, Prats, Varela...

La ilusión del presidente bético y de toda la afición estaba justificada. Había mimbres para luchar por las plazas europeas y hasta soñar con una de Champions, pero la realidad ha dibujado un panorama muy distinto. Tras un arranque correcto, el equipo andaluz ha caído en picado con el paso de las jornadas. Con muchos problemas para ganar en casa --sólo una victoria ante el Albacete y 8 puntos conseguidos de 27 disputados-- y mostrando una indefinición cada vez más acuciante, Víctor ha visto cómo se movía su silla de forma más violenta, de tal forma que una derrota estrepitosa mañana le daría al partido que disputa el Betis ante el Málaga en el Ruiz de Lopera un carácter de casi ultimátum.

Cuenta Víctor, que tiene contrato hasta junio, con el aval del presidente, que es el único que decide en el club. Pero, aunque el técnico sea su apuesta personal y guarde una estrecha relación con él, la paciencia de Lopera es limitada. Hace falta una reacción mayor que la apuntada en Valladolid, donde empataron sin goles, y para ello es necesario que el preparador aporte soluciones en medio de la marejada, algo que no está haciendo. El Betis, su Betis, se ha instalado en un punto en el que no se sabe a qué juega. No es excesivamente fuerte defensivamente y tampoco consigue goles con facilidad. Llama la atención esto último en un bloque con pólvora arriba, aunque es verdad que la de Palermo está mojada desde que cogió el avión en Argentina para llegar al fútbol europeo mientras que Tote, Dani y Alfonso, sobre todo éste, han pasado casi más tiempo en el dique seco que jugando.

En la recuperación del delantero getafeño puede estar una de las salidas de este Betis. Tras bordear el abismo de la retirada, Alfonso reapareció ante el Valladolid y su presencia no sólo implica volver a contar con un buen futbolista sino también con todo un referente para el equipo en su historia reciente. Pero necesitará algo más Víctor, como que Denilson y Joaquín vuelvan a afilar sus cuchillos en las bandas, la recuperación de Assun§ao o las pinceladas de Tote, pero sobre todo que su Betis gane talante competitivo y termine de definirse. Si no, la silla que sujeta Lopera no tardará en ceder.