Malherido, al borde del colapso después de que el Barcelona le apartara con una autoridad aplastante en tres días de la Copa y de la pelea por la Liga, el Madrid busca refugio en Europa para evitar que la temporada se precipite a un cataclismo histórico. Después de nueve años con presencia más allá de octavos de final, despedirse a inicios de marzo de la última competición del curso hundiría el último muro que queda en pie en la casa blanca.

Los síntomas aventuran el final dramático de la generación de las tres Copas de Europa seguidas, otra temporada sin más que una bala en el cargador, con el año hipotecado a una Champions que, de momento, le plantea la resolución de una eliminatoria que tiene de cara ante el Ajax con el 1-2 de la ida (21.00 horas, Movistar Liga de Campeones), pero supone un todo o nada para el equipo blanco.

Como un funambulista que camina entre dos rascacielos sobre un cable, un paso en falso del Madrid supondría una caída sin red para todos los integrantes del club, desde el vestuario hasta los despachos. No quedarían por delante más que tres meses de críticas, sin ningún título al que aspirar y un huracán de rumores sobre fichajes que en la última época han terminado siempre frustrados. La planificación deportiva de un club sin una estructura especializada vuelve a estar en entredicho.

El señalado para obrar el prodigio es un Solari que no puede contar con el lesionado Marcos Llorente ni con Sergio Ramos, sancionado también para un hipotético partido de ida de cuartos si el Madrid avanza. El argentino, que despachó los rumores sobre una posible vuelta de Mourinho con un comentario que debió ser ingenioso en los años 90: «Este club siempre ha tenido más candidatos que Julia Roberts», dijo; está inmerso en la repetición constante de las alineaciones, salvo por el acceso casi ilimitado del que ha disfrutado Bale.

Hay que apuntar entre sus méritos haber encontrado un once titular competitivo gracias a la valentía de entregar galones a jugadores como Reguilón, Lucas Vázquez o Vinicius, pero entre sus pecados sobresale el de no implicar más a una plantilla que se le está desmembrando.

La falta de confianza en los que creían ser el primer relevo, sin presencia en ninguno de los cinco partidos decisivos que ha jugado el Madrid en el último mes, ha terminado de dinamitar las esperanzas de de jugadores como Ceballos, Asensio, Valverde, incluso Isco, si es que le quedaban, o Marcelo, de sentirse importantes dentro del grupo, de disfrutar en algún momento de la recompensa de ayudar al equipo.

Al contrario, la persistencia de Solari en, sobre todo, un centro del campo extenuado ha terminado de enterrar las ilusiones de un madridismo que se echa a temblar ante la posibilidad de que el Ajax acierte con las ocasiones de peligro que falló en la ida. El joven y ambicioso equipo holandés llega sin nada que perder y sin los problemas físicos que condicionaron en la ida a algunas de sus estrellas, sobre todo a De Jong; y también con la autoestima al alza tras, al contrario que el Real Madrid, eliminar a su máximo rival en la semifinales de Copa, el Feyenoord.