El relevo generacional en la Super Bowl tendrá que esperar. 17 años después de alzar juntos su primer trofeo Vince Lombardi, Bill Belichik y Tom Brady agrandaron este domingo en Atlanta su leyenda y la de los Patriots conquistando frente a los Rams de Los Ángeles su sexta Super Bowl. Lo hicieron en un partido terrible hasta el último cuarto, centrado en la defensa, aburrido y sin alma hasta que la ofensiva de New England logró despertar en el último tiempo. El marcador final, 13-3, fue el más anémico en las 53 ediciones que se llevan disputadas de la Super Bowl.

Nada de eso importa para los fans de los Patriots, que hicieron prácticamente suyo el estadio de Atlanta, ni para la franquicia de Boston ni para los anales deportivos. Los Patriots igualan el récord de seis Super Bowls que tenían hasta ahora los Steelers, pero los de Pittsburgh necesitaron 34 años para conseguirlo. Y el logro del equipo liderado por el binomio Belichik-Brady, que a los 66 y 41 años respectivos se han convertido en el entrenador y el quarterback de más edad en conseguir el Lombardi, se sabe irrepetible.

NUEVE FINALES

«Nunca hemos visto nada como esto y no lo volveremos a ver más, la Liga no está estructurada para eso», le decía ya incluso antes de esta última victoria a The New York Times Brian Billick, entrenador que llevó a los Ravens a su primera Super Bowl. Se refería a una NFL diseñada para la paridad y donde los límites salariales tienden a deshacer los equipos de un año para otro.

No ha sido así en los Patriots de Belichick y Brady, que juntos han alcanzado nueve finales de Super Bowl. Y en un año que empezó torcido, en el que sufrieron en la temporada regular cinco derrotas fuera de casa y donde la suerte jugó su parte en los playoffs, llegar a la Super Bowl y, sobre todo, conquistarla, sabía especialmente «dulce». Era la palabra que elegía el entrenador, tras un año, otro más, en que muchos pusieron en duda si quedaba combustible en Nueva Inglaterra para asentar la incomparable dinastía. «Todo el mundo nos descartó desde el principio y a mitad de temporada, pero aquí seguimos», decía exultante.

Precisamente los interrogantes han sido uno de los alicientes para unos Patriots con fe inquebrantable en sí mismos, jugadores que suelen arengarse entre ellos lanzándose a gritos frases de los críticos como «¡demasiado viejo!», «¡demasiado lento!», «¡sin talento!». Y la sexta Super Bowl es especialmente dulce para Brady, un jugador que hace un año era la imagen de la derrota cuando el triunfo le fue arrebatado por los Eagles y que ahora vuelve a poder alejar las preguntas sobre una potencial retirada.

Antes del partido Brady reconocía que había pedido a Dios «solo una más y nunca pediré otra». Pero el domingo, con la euforia de la sexta Super Bowl en sus manos, abría la puerta a seguir luchando por la séptima. «Mira esto», decía entre confeti y vítores de entregados fans, en plena celebración. «¿Cómo no me va a motivar?», afirmó.

Julian Edelman, un jugador que empezó la temporada con una suspensión de cuatro partidos por uso de sustancias prohibidas, fue coronado el domingo como MVP.