Dani Pedrosa (Honda) volvió a demostrar ayer, en Sepang, que está dispuesto a hacer historia en el motociclismo mundial. Poco a poco se va preparando el mejor, el mayor, el más bello de los tronos y ayer, en otra carrera pletórica, de esas que sólo él es capaz de protagonizar, dominó de principio a fin en el Gran Premio de Malaisia. El pupilo de Alberto Puig, que necesitaba que alguien relegara al argentino Sebastian Porto (Aprilia) al tercer puesto como mínimo --empresa que parecía al alcance de Toni Elías, que fue tercero-- para proclamarse campeón de 250cc, tendrá que esperar siete días para conquistar su segundo cetro, ya que el próximo domingo, en Phillip Island (Australia), campeonará con sólo quedar entre los 14 primeros del gran premio. De las 14 pruebas disputadas, Dani el terrible ha ganado seis, ha quedado segundo en otras cinco y tercero en otra más.

Y es que Pedrosa fue, con mucho, el único piloto español, junto al joven Alvaro Bautista (Aprilia, tercero en 125cc), que cumplió con lo que de él se esperaba: ganó cuándo, cómo y dónde quiso. Todos los demás fracasaron en su empeño. Por ejemplo, Elías no pudo escalar hasta la segunda posición, y bien que lo lamentó: "He intentado echarle una mano a Dani, pues sabía que si superaba a Porto, él se proclamaría campeón, pero no he podido". De Fonsi Nieto, ya ni hablemos.

La impotencia de Elías provocó que Pedrosa diese un simpático puñetazo en el depósito de su moto al comprobar, a través de la pantalla gigante de final de meta (Dani cruzó la línea 13 segundos antes que sus perseguidores), que Elías no había podido convertirle en flamante campeón del mundo.

TITULO PARA DOVIZIOSO En 125cc, donde el italiano Andrea Dovizioso (Honda), de 18 años, también cumplió con su trabajo al proclamarse campeón del mundo de 125cc --"entre Barberá, Derbi y KTM me han regalado casi el título, y no he tenido más remedio que ganarlo", ironizó el italiano, que quedó segundo detrás de la novedosa KTM del australiano Casey Stoner--, Héctor Barberá (Aprilia) rodó por los suelos, en la segunda vuelta, cuando era líder y Jorge Lorenzo (Derbi) se retiró al fallarle la bala roja .

Sólo hubo una exhibición similar a la de Pedrosa y fue, cómo no, la de su amigo Valentino Rossi (Yamaha), que ayer dejó casi sentenciado el título de MotoGP al dominar la carrera en la que se hundió Sete Gibernau (Honda), que acabó séptimo, su peor clasificación sin contar las caídas de Brasil y Alemania.

Vale , cuyo ritmo de carrera fue inalcanzable para las cuatro Hondas que le persiguieron durante las 21 vueltas (Max Biaggi, Alex Barros, Nick Hayden y Makoto Tamada), aumentando el ridículo de la firma alada ante la marca del diapasón que le arrebató al pentacampeón el pasado invierno, tendrá suficiente con vigilar a Sete en el trazado de Phillip Island y, en caso de que venza el catalán, acabar segundo. De esa manera verá cumplida la mayor venganza --sí, sí, venganza-- de todos los tiempos: arrebatarle a Honda el título con una moto inferior, la denostada Yamaha, que acumula 12 años de sequía desde que, en 1992, venciera el prodigioso norteamericano Wayne Rainey.

"La moto era inconducible. Hemos vuelto a padecer el chatering(rebote)

que creíamos haber solucionado. Aún no hemos perdido la guerra""