Las tormentas están encasilladas como un fenómeno típicamente veraniego. Pero ese es un dato erróneo, puesto que "los máximos tormentosos tiene lugar en primavera y en otoño, aunque sean más aparatosas en el periodo estival. Tormentas hay en todo el año", afirma Joaquín Colorado, que ha escrito el libro titulado Tormentas en montaña , editado por Desnivel.

Si los aludes son el gran peligro de los montañeros en invierno, los fenómenos tormentosos los son en el verano. "Pero las avalanchas de nieve están más localizadas. A lo largo del año las tormentas producen más víctimas que los aludes. El riesgo más remoto es el que te coja un rayo", dice.

Los peligros asociados a los efectos de las tormentas pueden ser mortales. "Se producen desprendimientos, inundaciones, extravíos y desorientaciones que provocan que algún montañero de despeñe", afirma Colorado.

Las previsiones

Las previsiones meteorológicas no son siempre fiables puesto "que hablan de varias decenas de kilómetros cuadrados. En este espacio se puede mover mucha gente por sitios muy distintos. Pueden existir tormentas por un sitio sí y otro no".

Los montañeros deben estar acostumbrados a observar bien la evolución del cielo por la mañana para saber cuándo hay que acortar la jornada. Lo más idóneo es ayudarse del parte meteorológico y la observación directa para escaparse de la tormenta. "Hay que observar la dirección del viento y las nubes", indica Colorado.

Al punto de la mañana, es un indicio de tormenta las nubes en forma de cúmulos con un desarrollo vertical muy importante encima de las crestas. "Son nubes como torres de castillos, tienen poco crecimiento horizontal y mucho vertical". Si son como borreguitos, "no hay peligro", dice.

Las tormentas veraniegas se forman por la evolución diurna de las nubes que se forman en los valles y que van creciendo. "En las horas de máxima actividad solar, el riesgo de tormentas es importante", dice este guía de alta montaña de la empresa Espacio Acción.

Colorado dice irónicamente que si al montañero le pilla una tormenta bajando un pico es "para darle una paliza. Hay que evitar que eso ocurra puesto que es la manera más fácil de que te coja un rayo. Lo primero que hay que hacer es perder altura cuanto antes". En las crestas se acumulan las cargas eléctricas que atraen la descarga de la nube.

También el montañero debe buscar un aislamiento de las corrientes de agua que recorren el suelo. "Son vías de escape de la descarga eléctrica. Tampoco se puede estar cerca de un obstáculo prominente. Un árbol aislado es un mal lugar y un bosque es un buen lugar"

En el barranquismo la tormenta es el principal peligro. "Sobre todo porque no cae la lluvia en ese momento dentro del barranco, pero se dejan notar en poco tiempo los efectos de la tormenta que cae lejos de donde está el barranquista. Las crecidas son súbitas y pueden afectar a gente que más abajo se lo pasa bien".

La virulencia de una tormenta puede ser mayor en un pico que un barranco. "El problema es que en una cumbre puede haber cinco personas y en un barranco cincuenta. El ejemplo más claro fue el de la tragedia del Camping de Biescas", explica.