Estas fueron sus palabras al final de la etapa. «No podía sujetarme encima de la bici». Y hasta le costaba hablar. Demasiado agotado estaba Pello Bilbao como para disputarle a Simon Yates la victoria en una primera parte ciclista por los Pirineos del Tour que terminó sin goles en el marcador de los favoritos. Todos mirando a la contrarreloj de hoy y al Tourmalet, cita estelar de mañana y donde se espera la presencia de cientos de aragoneses y que apareció en un cruce de carretera camino de la meta.

Las estrellas del Tour de esta edición del año 2019 dejaron a los actores de reparto que se lucieran en su papel secundario por los Pirineos. Con 30 kilómetros de descenso entre la cima del segundo y último puerto, Hourquette d’Ancizan, y la llegada, hasta los que tenían más hambre de ataque, léase Mikel Landa, prefirieron calmarse, respirar profundo y tomarse el viaje inicial por la cordillera como una jornada de entrenamiento. Podían ocurrir diez, cien y hasta mil cosas, y no pasó nada, absolutamente nada. Fue simplemente un día para esperar quién resistiría más, quién sería el más inteligente en la meta y quién se anotaría la victoria entre los escapados, visto que el pelotón circulaba en son de paz; amigos para siempre.

Y ya se sabe, si una gran figura del pelotón, nada menos que el último vencedor de la Vuelta, Simon, uno de los gemelos de apellido Yates, se cuela en la escapada permitida al estar perdido en la general del Tour, era fácil imaginar que no lo hacía simplemente para salir por la tele y ganar unos minutos de publicidad para su firma comercial. Si se fugaba era para ganar porque de lo contrario se habría quedado quietecito en el pelotón, junto a su hermano Adam, el que sí aspira a luchar por vencer en París y que ahora está situado, antes de la decisiva contrarreloj de hoy, en séptima posición a un solo segundo de Enric Mas, el prometedor ciclista mallorquín.

Yates era un mal compañero para, sin duda, el mejor cazador de etapas que tiene en estos momentos el pelotón español. Pello Bilbao se apuntó al Tour, carrera en la que ha debutado a los 29 años, tras anotarse el triunfo en dos etapas del Giro de Italia. Y cuando, por fin, obtuvo el permiso del Astana para desentenderse por un día del trabajo de auxiliar a su líder, el danés Jakob Fuglsang, se coló en la escapada, la que obtuvo minutos y más minutos mientras las figuras subían en calma por el Peyresourde y después por Hourquette d’Ancizan.

EL LAMENTO

«Se me hizo muy duro el último puerto, tuve que emplearme a fondo y llegué sin fuerzas», confesó Bilbao. Y por si fuera poco, Yates, más pícaro, se le coló primero en la curva final. Y ya se sabe, el que sale primero de la curva a un suspiro de la línea de meta es quien gana la etapa; ayer, hoy y siempre.

Yates se fue al Giro a ganarlo y nunca encontró la forma ideal. No se le esperaba en el Tour, adonde llegó a última hora con el mensaje que iba a devolverle el favor a su hermano Adam (los dos son igual de buenos), quien lo ayudó el año pasado a ganar la Vuelta. Pero ayer Adam no necesitaba del favor del hermano, un Simon Yates que ha anunciado que también correrá la Vuelta llevando el dorsal número uno. 0-0 en los Pirineos. Solo se espera no llegar a la prórroga y los penaltis tras la visita de mañana al estadio del Tourmalet. Antes, la contrarreloj hoy en Pau. «Empezará a haber diferencias y veremos quién está fuerte y quién no. Estamos ya en la etapa 13ª del Tour y las fuerzas influirán bastante. Esperemos no perder mucho», dijo Landa.