Igual que hay partidos de fútbol que son un auténtico tostón, a veces se disputan etapas que ya se sabe de antemano que jamás pasarán a la historia del ciclismo. Y la jornada de ayer, alrededor de Logroño, por sus calles y por los viñedos del exterior, ocho vueltas a un circuito, que los corredores bautizaron como velódromo, para cumplimentar 166 kilómetros y decidirse todo en un esprint anunciado que ganó el alemán John Degenkolb, no fue un día grande de ciclismo. Fuga del austriaco Matthias Krizek, que desde el inicio ya se sabe que no iba a ninguna parte y caída en la preparación de la llegada. Sin más.

Tan relajados estaban los ciclistas que por vez primera el recinto cerrado para invitados donde los patrocinadores muestran sus productos (el Punto de Encuentro y en el Tour, Village) se llenó de corredores. Una delicia para los niños que se pudieron fotografiar y coleccionar autógrafos. La ruta llega hoy al parque de Cabárceno.