Se cerró el año con el duro golpe de la derrota en el clásico y se ha iniciado el 2018 bajo mínimos con el empate en Vigo y el adiós a la Liga, nada menos que en el mes de enero. Eso ha provocado que las alarmas se hayan encendido en el club blanco, donde los nervios afloran ante lo que puede ser un año de penitencia después de lograr cinco títulos en el 2017. El desplome ha llevado a los dirigentes a debatir sobre las inmediatas soluciones encaminadas a dar un giro total a las prestaciones de un equipo que aún tiene que lidiar el toro de la Champions, con el PSG.

El gabinete de crisis comenzó en los vestuarios de Balaídos, hasta donde llegó Florentino Pérez para intentar dar ánimos a un equipo roto que acaba de entregar la Liga de la manera más triste. Cinco empates y tres derrotas en 17 partidos han sembrado de dudas el camino de un equipo dispuesto a defender el título tras haber mostrado un gran poderío en las Supercopas europea y española.

También Zidane encontró consuelo en el presidente blanco, que pidió explicaciones por el tremendo bajón en la segunda mitad en Vigo. Entre lo que confesó el técnico francés y los indicios que tiene el club, el diagnóstico va desde la falta de hambre después de tanto título conseguido, la desunión entre los jugadores, cuya unidad pende de un hilo para caer en el reproche continuo, y un bajón físico que pocos se explican en el club.

De todo eso se habló ayer en una larga charla entre los jugadores y técnico para intentar reconducir la caótica situación que vive el equipo, abocado a defender el cuarto puesto en Liga que amenazan el Sevilla y el Villarreal, el equipo que visita el sábado el Bernabéu.

El cónclave en el vestuario hizo que el entrenamiento se retrasara una hora. Tras la sesión apareció un Zidane desbocado, vehemente y firmemente decidido a dar un golpe en la mesa para salvar a sus jugadores, defender sus ideas hasta el final y asegurar que no le echó un pulso a Florentino por el tema del fichaje en enero de Kepa, portero del Athletic.

«La charla con los jugadores ha sido un poco más larga de lo normal. Era necesaria porque estamos para buscar soluciones. Las cosas no están como queremos, pero no todo es mierda. Vamos a trabajar más que nunca», afirmó Zidane. El técnico francés subió el tono para abandonar su eterna sonrisa, poner énfasis a la hora de defender a sus jugadores y dejar claro que no se va a aferrar al cargo de ningún modo.

"NO VOY A TIRAR LA TOALLA"

La espita que encendió al técnico volvió a ser la pregunta sobre, no ya si quiere a un portero, sino a un delantero. «Creo en mi plantilla y la voy a defender hasta la muerte. Si hay cosas que van mal, no voy a echar mierda a uno o a dos. Todos somos culpables, yo el primero. No voy a cambiar y tampoco me va a cambiar la crítica. Todo lo que sale ahora es negativo. Me molesta que digáis que voy a echarle un pulso al presidente. Yo voy a pasar aquí y nunca voy a echar un pulso a la afición ni al presidente, que es el que me ha puesto aquí. Yo voy hasta el final, hasta que me cambien. No voy a tirar la toalla», afirmó un airado Zidane.

El técnico cumplió ayer dos años desde que dirigió su primer partido con el Madrid con aquel 5-0 al Deportivo de La Coruña. Todo augura que hoy tendrá un mejor día con la visita del Numancia en la vuelta de cuartos de Copa y el 0-3 de la ida (21.30 horas, beIN). También Cristiano Ronaldo y varios titulares que jugaron en Vigo, que no se las tendrán que ver con la afición blanca.

Mientras, el Numancia hará todo lo que esté en su mano y afrontará «con ilusión» el partido. El entrenador del Numancia, Jagoba Arrasate, reconoció ayer que jugar en el Bernabéu es extraordinario, «un escenario donde te exigen jugar al límite» y que harán «todo» lo que está en sus manos para intentar lograr el milagro. Cuenta con las bajas de Luis Valcarce, Ripa, Julio Álvarez, Pablo Valcarce, Del Moral y Pape Diamanka, y una gran novedad, la del lateral Saúl García, recién llegado al Numancia en enero procedente del Deportivo de La Coruña para el lateral izquierdo.