Como no podía ser de otro modo tras la triste y horrible campaña realizada por el Real Zaragoza, los aspectos negativos son más numerosos y significativos que los positivos. Uno de los principales han sido las lesiones, que desde la primera semana de la pretemporada han asolado y lastrado al equipo. Algunas fueron por infortunio, como los ligamentos cruzados de Clemente y Grippo, pero muchas de ellas han llegado por una mala gestión que va a ser evaluada profundamente por el club para no repetir errores.

Casi ningún futbolista se ha salvado de tener percances y varios han caído más de una vez, lo que ha impedido que hayan podido coger regularidad y confianza en su juego. Relacionado con ello está el bajón de rendimiento de algunos futbolistas. Eguaras y Guti no han jugado como el curso pasado, aunque están excusados en parte por sus pubalgias. Papu tampoco se ha acercado a su mejor nivel y Pombo no ha sido el mismo.

Otro error muy importante fue la elección de los entrenadores. Primero se apostó por un inexperto Imanol Idiakez, al que se le vinieron encima la mala racha y las lesiones, pero peor fue la designación de Lucas Alcaraz. 5 puntos de 24 hizo, con solo un triunfo, y una imagen triste que dejó hundido anímicamente al equipo.

Sobre el terreno de juego, el mayor problema ha estado en el rendimiento defensivo, que ha sido terrible. Ha faltado contundencia, concentración y calidad. 50 goles en 40 partidos es una cifra insostenible. La llegada de Guitián alivió algo los problemas atrás, pero no ha sido suficiente para tapar el agujero defensivo, cuyo foco está más en el centro de la zaga que en los laterales.

Otro punto negativo ha sido la falta de eficacia arriba. El Zaragoza acumula 416 tiros, a una media de 10,4 por partido, y ha marcado 49 goles (1,2 por duelo). En cuanto a números puros no es mala cifra, pero es preocupante por todo lo que genera el equipo. Los delanteros no han estado acertados y solo Álvaro Vázquez, con sus 10 goles, ha ofrecido unos números decentes, aunque lejos de su mejor versión y de Borja Iglesias.

Por último, La Romareda. De fortín en la segunda vuelta de la anterior campaña a ser un hogar sin nada de hostilidad. Y no será por el empuje de la afición. Siete triunfos, seis empates y siete derrotas y ser el cuarto peor equipo de Segunda en su propio estadio es el triste bagaje en casa. Sin ser fuertes en La Romareda será imposible hablar de ascenso.