El canicross es una modalidad que cuenta cada vez con más adeptos. Las carreras en las que forman pareja el hombre con el perro están de moda y las competiciones crecen por toda España. Aragón es uno de los centros de gravedad con el Desafío Aragonés de Canicross, que este año alcanza su cuarta edición. Esta temporada cuenta con seis competiciones y hasta ahora se han celebrado tres. En octubre se disputó la primera en Cadrete y la segunda en la localidad turolense de Blancas. El domingo llegó la tercera en Monzón y ahora habrá un pequeño parón y en enero llegará Botorrita, para cerrarse el circuito en febrero y marzo con Arguís y Broto.

En Monzón, la localidad de los ocho olímpicos, la afición por el canicross ha crecido como la espuma. El canicross Ciudad de Monzón Contra el Abandono Animal ya se lleva disputando cuatro años. El pasado domingo fue la mejor edición con 64 participantes que se dieron cita en la Fuente del Saso. Al final se impusieron Roberto Romo con Rex y Tamara Vázquez con Diana en las categorías absolutas.

La organizadora de la competición fue la Protectora de Animales el Arca de Santi. Bea Gual es una de las responsables. «Un objetivo era recaudar dinero para la protectora de animales y el otro que salgan perros a correr. Aquí tenemos 50 y se abandonan en la provincia casi 200 anualmente. El año pasado se adoptaron cuatro animales y el domingo compitieron siete».

La protectora hace una labor importante a lo largo del año en Monzón. «Unos días antes de la carrera dejamos perros a las personas que quieran probar este deporte. Algunos domingos se juntan con los animales y socializan. También damos unas charlas en el instituto de Monzón en las clases de Educación Física». El fomento de este deporte ya ha dado buenos frutos. «El domingo corrieron diez niños y casi todos los perros eran de la protectora. Los más pequeños corren mucho y el tándem funciona de maravilla. Los chavales tenían de 10 a 13 años. La mayoría hacen deporte y algunos atletas del Hinaco», explica Bea Gual.

Los más pequeños disputaron un recorrido de mil metros y para los mayores era de 5.600. «Tenía muchas subidas y bajadas y transitaba por caminos amplios y estrechos. Los mayores salían de cuatro en cuatro según la clasificación de las pruebas anteriores. Ganaba el que realizaba el mejor tiempo. Era un recorrido de tierra porque sobre el asfalto se les abrasan las almohadillas a los canes». La mañana fue seca, fría, sin lluvia, ni viento. «Era ideal para los animales», dice.

Para Gual, los perros que compiten son «bastante activos. Hay que entrenar con ellos un mínimo de tres días a la semana. El perro tiene que ir siempre por delante del hombre. Corren más que las personas y el campeón de Europa hizo un promedio de 2.23 en cada mil en los cuatro kilómetros. En mussing hacen tiradas de 25 kilómetros». Compiten por debajo de los 20 grados. «Por eso no se organizan carreras en verano. Y tienen que beber agua en plena competición. Aumenta mucho su temperatura corporal porque no sudan», cierra Gual.