Los franceses llevan 32 años buscando entre la juventud ciclista del país a un heredero de Bernard Hinault. Ellos que crearon el Tour y que vieron crecer -y hasta morir—a campeones de leyenda comoLouison Bobet y Jacques Anquetil no tienen a uno de los suyos llegando a los Campos Elíseos con el jersey amarillo desde que lo hizo Hinault en 1985.

Creyeron en Jean-Françoise Bernard, Richard Virenque, Laurent Jalabert y estos últimos años en jóvenes rebeldes, primero con Pierre Rolland y ahora con Thibaut Pinot y, sobre todo, con Romain Bardet, con el que sueñan este año viéndolo de amarillo frente al Arco del Triunfo.

Y uno de ellos, Rolland, el más viejo (30 años) entre los jóvenes franceses, fue el que se llevó la victoria en el último día de transición, al pie de los Dolomitas con denominación de origen, en la jornada en la que se comportaron las tripas del líder Tom Dumoulin, en tregua con Nairo Quintana y Vincenzo Nibali ante la temible jornada de este jueves por el Pordoi, el Passo Valparola, el Passo Gardena, el Passo di Pinei y la subida final a Valgardena. Casi nada.

Rolland, el corredor que en el 2011 --en el día en el que Alberto Contador trató de poner el Tour patas arriba con un ataque de salida--, se llevó la victoria en Alpe d’Huez es ahora un cazador de etapas, de los que se colocan en fugas autorizadas para obsequiar a Francia con el primer triunfo en el Giro 2017.