Canfranc pueblo está a 1.040 metros de altitud, a medio camino entre Canfranc Estación y Villanúa y en pleno sendero del camino de Santiago. En pleno corazón del valle del Aragón y a la sombra de la Collarada surgió hace años una entidad comprometida con el medio ambiente y el desarrollo sostenible. Sus fundadores decidieron ponerle el nombre de la lagartija ibérica, la Sargantana. «Lo denominamos de esta manera porque era una de las pocas palabras en aragonés que conocíamos en esa época. Y este animal es muy común en el valle», explica Víctor López, uno de los responsables de la empresa. Sargantana se encuentra de enhorabuena puesto ha cumplido los 30 años de vida.

El balance de tres décadas trabajando en el Pirineo aragonés lo dice todo: más de 500 profesionales contratados, más de 40.000 niños han realizado sus actividades, un total de 5.000 alumnos formados en la Escuela de Tiempo Libre, más de 2.500 actividades educativas y 145 proyectos de asesoramiento a emprendedores.

«Las 4 personas que lo fundamos estudiábamos magisterio y buscábamos autoempleo. Patricia Sureda es de Zaragoza, Aurelio García, de Benasque y Óscar López y yo, de Canfranc. Por aquellos años hacían montaña los alpinistas clásicos y la educación ambiental no se conocía. Nuestro objetivo era generar la demanda de educación ambiental», explica Víctor López. En aquellos años apenas había albergues y refugios. Ahora el Pirineo está lleno de estas instalaciones turísticas. «Ahora hay más competencia y la gente tiene más sensibilidad por la montaña. Los clientes no se acaban y crecen. Es importante puesto que esta iniciativa ha hecho que el pueblo crezca. Medio centenar de personas han hecho nuestras actividades y se han quedado definitivamente a vivir en Canfranc», explica López.

Recuerda los orígenes de Sargantana. «Queríamos vivir en nuestro pueblo del Pirineo y aportar criterios de sostenibilidad. Creamos una empresa de economía social para fabricar nuestro propio empleo y para educar con criterios de responsabilidad a los niños y los jóvenes». Los inicios fueron muy duros. «En los ochenta solo eran acciones de voluntariado por las que nadie pagaba. Dimos los primeros pasos comprando el refugio de Canfranc en 1988. Basábamos nuestro modelo de subsistencia en la gestión el refugio», dice López.

Las primeras propuestas de Sargantana en el refugio fueron programas de aulas de la naturaleza, viajes de fin de curso, semanas blancas para escolares, campamentos de verano, rutas por el Camino de Santiago y campos de trabajo.

En 1989 Sargantana creó su Escuela de Tiempo Libre para formar educadores ambientales, monitores y directores de colonias y campamentos. En los noventa amplió su actividad y, en colaboración con el Ayuntamiento de Canfranc, abrió al publico la Cueva de las Güixas. Con el cambio de siglo Sargantana se hace todavía más grande. Incorpora un equipo de profesionales de la restauración del patrimonio y asume la gestión del Centro de Actividades de Ocio y Tiempo Libre de Campo y la dinamización de Alurte en Canfranc. Llegan a tener contratadas en el verano del 2007 a 104 personas.

El entorno es ideal para los jóvenes. «Canfranc es un magnífico espacio de verano y los chavales están en campamentos y colonias en pleno monte con el soporte del albergue». Este tiene 75 plazas, biblioteca y sala para las charlas y en verano trabajan hasta 25 personas. «Las habitaciones son grandes para una mayor convivencia en el grupo. No tiene sentido hacer habitaciones de dos y tres plazas. Trabajamos con gente de exclusión social, discapacitados, personas que han estado en reformatorios...», afirma.

Sargantana va a celebrar su cumpleaños de varias maneras. Esta primavera organiza un curso gratuito de interpretación ambiental. Por otro lado, oferta este verano 600 plazas de colonias, campamentos, intercambios y campos de trabajo para niños y jóvenes. El fin de fiesta de extrabajadores y amigos será el 16 y 17 de septiembre en el refugio de Canfranc.