Residen en hemisferios opuestos, dentro y fuera de la pista de baloncesto, el planeta que les ha hermanado. Otis y Lester se parecen más bien poco, casi nada, pero en esta divergencia reposa un buen pedazo del sueño ACB del CAI. El don innato de Hill para fabricar canastas al por mayor y la infatigable solidaridad de un Earl dispuesto a partirse la cara por cualquier pelota se mezclan en un cóctel explosivo en la LEB y que contra el Lobos, en el último partido, se elevó a su máxima potencia. Big O se salió con 30 puntos y 10 rebotes y Carpanta Lester se zampó 12 rechaces que le ofreció el aro y apoyó la victoria con 15 puntos. Ante el Algeciras, mañana, quieren repetir el show y seguir pisando fuerte cada cual con su estilo, pero siempre, juntos. "Creo que hasta el final de la temporada vamos a seguir mejorando. No vamos a parar hasta llegar a la ACB", anuncia ayer Otis.

El CAI sabía muy bien lo que hacía. En la receta de los últimos ascensos resaltaba un ingrediente básico. Sin dos buenas torres el proyecto sería vulnerable. El binomio Otis-Lester ha funcionado y no es una locura afirmar que es uno de los mejores duetos de la Liga. "No creo que seamos los mejores, porque la LEB es muy competitiva, pero nosotros trabajamos para que así sea y para que todo el equipo mejore. Nuestro secreto es que somos una piña", comenta Lester, el tercer reboteador de la competición con nueve por partido. "Es esencial tener dos pivots fuertes en el interior. Lo demostró Tenerife el año pasado. Queremos seguir esa línea", afirma Otis, el décimo mejor anotador de la Liga con 16.3 puntos de media.

Buenos compañeros

No les ha costado fusionar su juego en el beneficio del grupo. A Otis no le molesta reducir sus números en ataque si con ello gana efectividad en defensa. "Me he metido en la cabeza que para subir a la ACB debía estar más concentrado en defensa. Por eso hay partidos que estoy más lento en ataque, porque tengo que desgastarme más atrás", dice Hill. Lester no necesita cambiar de chip. "No tengo límites. Me motivo por mis compañeros, por mi entrenador, por mi público. Me da igual jugar ante 20.000 o dos personas, siempre tengó la misma intensidad", declara Lester, al que no le importan las críticas: "Cada uno tiene una opinión. Zaragoza es muy grande y es normal que no le guste a todos".

Desde la unión que forzó el CAI ha nacido una amistad que salta por encima de sus diferencias. Hill es de los Knicks --"nací en el Bronx y mi padre no me dejó otra opción", dice-- y Lester anima a los Houston Rockets --"me encanta Yao Ming", comenta--. A Hill le gusta toda la música --"de Metallica al country"-- y a Lester le tira más el hip-hop. Hill soñaba con ser Jordan. Lester prefería a Wilkins. Otis es un hombre tranquilo, volcado con su familia y Lester aparenta ser un tipo duro. "Es una gran persona y un gran jugador, aunque a veces no le entiendan", explica Otis de Lester. "Es un buen amigo, aunque le cueste pasar la bola", bromea Earl.

Corazones de gran tonelaje

Otra cosa les une. Su gran corazón. Lester lleva un tatuaje en la espalda que le recuerda a una novia suya que murió en un tiroteo. Otis va a entrenar siempre con un pantalón con el número 13. "Era de un amigo mío de Syracuse que falleció de un paro cardiaco en un campo de verano de los Magic", explica el neoyorquino. Ambos dicen que están contentos en Zaragoza, en el CAI y que no les importaría seguir aquí. "Si me ofrecieran un contrato lo firmaría. No me importaría seguir dos o cinco años", explica Lester. "Quiero estar con el CAI en la ACB", afirma Otis. Un deseo, el ascenso, que en gran parte pasa por sus propias manos.