Primero la permanencia, que el propio Láinez dio «prácticamente» por hecha tras el 0-1 de Miranda, pero que todavía no es matemática. Así que primero, lo primero. Y para eso el Zaragoza tiene que seguir ganando: el Getafe es el siguiente reto el sábado. Mientras ha escapado de la zona de peligro con un esprint formidable en cinco encuentros, el equipo ha escalado puestos y se la ha abierto una pequeña rendija de oportunidad, una entre mil. A falta de siete jornadas, la sexta plaza está casi imposible, pero no perdida por completo.

Hay una chance minúscula, pero real. Y como real, posible.

Para ello, el Real Zaragoza debería completar una galopada de final de temporada histórica, un pleno de siete victorias o, como mal menor, un también estratosférico seis de siete. Puede que la reacción, como consecuencia de la tardía destitución de Agné, haya llegado con tiempo insuficiente por delante, pero el ADN de este club obliga a no rendirse. A pelear por los sueños, por las utopías, aunque pendan de un hilo tan fino como cualquier ligero traspiés.