El Real Zaragoza ya ha presentado oficialmente su candidatura a la promoción tras un triunfo (2-1) ante un Oviedo que vino a empatar a La Romareda y se fue con la derrota porque el equipo zaragocista encontró una vía de agua en la solidez asturiana en una gran acción de Borja Iglesias, vigilado todo el partido, pero que decidió el pleito con un gol de delantero grande para abrir una lata que después continuó Carlos Hernández en propia puerta gracias a la insistencia de Pombo. El tanto oviedista trajo tímidos nervios en una grada que ya cree, que volvió a alzar la voz recordando el Sí, se puede y que por fin ve un equipo consistente y con galones. Acumuló mucho retraso tras una terrible primera vuelta, enumeró un buen montón de dudas y de irregularidad, pero ahora está ya en pleno vuelo. Por fin.

La tercera victoria consecutiva deja al conjunto zaragocista a solo cuatro puntos de la promoción que marca el Numancia, próximo rival en Los Pajaritos y establece una segunda vuelta a ritmo de ascenso, con una cadencia para soñar, con 16 puntos de 21 posibles. El Zaragoza es ya un bloque fiable, difícil de superar, que ayer apenas concedió ocasiones al Oviedo y que tiene una frecuente relación con las victorias, porque también domina el área rival, ya que lleva nueve citas seguidas marcando. Es decir, un equipo consistente. Sí, por fin.

Con el mismo once que ganó en Tarragona, otra señal de que las cosas funcionan bien, saltó el Zaragoza ante el Oviedo, en un partido que se presumía duro e intenso y que respondió plenamente a ese guión. El rival, con un esquema con tres centrales, salió decidido a que pasaran pocas cosas en el encuentro, esperando su oportunidad. Y lo cierto es que maniató mucho al Zaragoza, con una presión bien ajustada y centrada en la salida de balón de Eguaras, muy tapado, lo mismo que Borja por los centrales.

Al Zaragoza no le duraba nada el balón y el Oviedo, que avisó con un remate de Rocha, se sentía a gusto con el nudo en la medular que le había generado al conjunto zaragocista. Con todo, una recuperación de Grippo prolongada en Borja acabó en los pies de Pombo, cuyo remate sacó Alfonso Herrero y Febas no pudo encontrar el despeje que acabó en una mano que pareció involuntaria de Christian Fernández, aunque muy protestada por La Romareda, que pidió penalti.

Una pérdida de balón de Eguaras originó la ocasión más clara en todo el partido del Oviedo, que Cristian Álvarez desvió tras un tiro cruzado de Aarón Ñíguez, el jugador más incisivo del rival. La primera parte acabó con dominio del Zaragoza, con Guti tratando de ayudar a Eguaras en la salida de balón, pero con un Zaragoza que no generaba demasiado peligro. Febas no logró encontrar un remate y Borja también se entretuvo en un disparo en un partido donde la intensidad y la presión se imponían al fútbol, ya que el pleito era mucho más emocionante que bonito.

El segundo acto mantuvo de inicio esa constante, aunque Pombo empezó a despertar, un factor decisivo porque el canterano tiene fútbol para desequilibrar. Borja dio el primer aviso y Christian estuvo a punto de marcar en propia puerta, mientras que Pombo, en un recorte en velocidad, exigió a Alfonso Herrero, que rechazó el balón y Mossa se interpuso en el tiro de Febas.

LA ROMAREDA VIBRA

Natxo, otra vez bien en los cambios, vio claro que el atasco podía tener solución con Buff. El suizo ocupó el sitio de Febas y prolongó un buen pase por dentro de Eguaras para que Borja rompiera la cintura de Christian Fernández y lanzara un latigazo imparable en el 68.

El gol del gallego, el duodécimo en Liga y con tres citas seguidas viendo puerta, rompió el choque y el Zaragoza se desató. Una jugada de Eguaras acabó en Pombo, que trató de irse entre los centrales y presionó lo suficiente para que entre Carlos Hernández y Forlín batieran a su portero. Ahí, La Romareda estalló, mostrando su fe en este equipo, su confianza en el momento de los de Natxo González, con gran ovación incluida para Zapater en su cambio por un Javi Ros que se fue poco después lesionado.

El Oviedo trató de estirarse por fin. Anquela había apostado por Toché y después lo hizo por Yeboah y Fabbrini. Natxo tiró de Mikel González para añadir más múculo primero en el medio y después de tercer central. El Zaragoza no sufría y pudo marcar en una contra de Benito, Pombo y Borja, hasta que el Oviedo encontró un gol en la estrategia, su gran arma. En un córner, Folch se adelantó a Lasure y Carlos Hernández marcó a la media vuelta. Pero ya no quedaba partido para casi nada más y el Zaragoza atrapó tres puntos que le dejan en el vuelo hacia la promoción.