El Zaragoza se topó contra un muro y sólo encontró balas de fogueo para derribarlo. La falta de pegada del equipo de Víctor quedó más que en evidencia ante un Valencia que está un punto por encima y que, sin entrar en consideraciones estéticas, sigue siendo un reloj. Así, a pesar de las bajas en su defensa, trabaja con orden y golpea con eficacia. Lo hizo por medio de Vicente en una de sus contadas llegadas para llevarse la victoria de La Romareda. La misma historia que en anteriores visitas de los ches, pero suficiente para mandar media Supercopa con destino a Mestalla, donde el equipo zaragocista tendrá que apelar casi a un milagro, sobre todo si sigue con esa carencia de plomo en sus disparos.

En el inicio, el Zaragoza no se dejó amedrentar por los honores que rodean al Valencia. Así, tras unos minutos dubitativos, en los que la movilidad de Angulo, Di Vaio y Vicente generó dudas en el sistema defensivo, el equipo zaragocista fue poco a poco creciendo en sus pulsaciones ante un engranaje valencianista que busca el mismo guión que le dio el éxito. Y, por supuesto, lo sigue encontrando. De este modo, el duelo no tardó en derivar en un pulso más táctico en el que el Zaragoza tenía más el balón, pero tan apenas se aproximaba a la portería rival.

Zapater, la apuesta personal de Víctor, no tardó en cargar de razones a su técnico. Con 19 años dio una lección de saber estar y se fue agigantando, como también lo hizo Milito, aunque eso es norma. El problema es que al Zaragoza, que daba una imagen aseada, se le apagaba la luz cuando llegaba arriba y Movilla no daba con el interruptor.

El Valencia, por su parte, seguía a los suyo, bien arropado atrás y esperando a un Zaragoza donde faltaba imaginación hasta que apareció Savio. Cosido a falta por Curro Torres, el brasileño puso los momentos de inspiración en un eslalon que acabó en disparo desviado y en un remate que se le fue alto. Aun así, la mejor oportunidad antes del descanso fue para el equipo de Ranieri, pero la vaselina de Angulo encontró el travesaño y llevó la zozobra a La Romareda cuando ya se enfilaba el descanso y la grada estaba más preocupada en mirar a un Rodríguez Santiago que encrespó a la parroquia.

BAJON ZARAGOCISTA La segunda parte tuvo una versión menor del Zaragoza y el Valencia dio un paso adelante en su presión. Durante unos minutos, pocos, se hizo el dueño del partido y eso bastó para que diera el golpe. Una falta de Milito al borde del área acabó en las mallas de Luis García por la calidad de Vicente y las dudas del guardameta, que tuvo un debut frustrante.

Entre que Savio andaba más apagado, que Javi Moreno y Villa no se entienden y que Galletti sigue tan impreciso como siempre, los minutos transcurrían sin peligro para Cañizares y el Valencia amenazaba con terminar por sentenciar a la contra. Drulic reactivó algo el ataque, pero fueron las gotas de Cani las que pudieron dar esperanza. El larguero encontró su disparo. La Supercopa se aleja de nuevo de La Romareda y, salvo giro acusado en Mestalla, parece que definitivamente.