¿Deporte o negocio? El fútbol se ha convertido desde hace un par de años en Rusia en una actividad empresarial que ha caído en manos de los nuevos ricos que aprovecharon la ola privatizadora del expresidente Boris Eltsin para amasar una inmensa fortuna. El dinero les dio poder económico, pero les faltaba algo más: reconocimiento social. Y lo han conseguido gracias al balón. Los grandes magnates del gas, el petróleo y el acero han sacado los dólares de las cuentas corrientes suizas y se han lanzado a comprar, siguiendo el camino abierto por el multimillonario Roman Abramovich en el Chelsea, los equipos de la Primera División rusa.

Por eso se comprende que mañana, cuando España debute contra Rusia, lo haga contra un rival en el que sólo tres futbolistas --Mostovoi (Celta), Alenichev (Oporto) y Smertin (Portsmouth)-- juegan en el extranjero. El resto ha roto la tendencia que impuso la caída del muro de Berlín y prefiere hacerlo en la renacida Liga rusa. Un torneo en el que nadie puede quejarse de estar mal pagado. Al contrario. Allí, pese al frío, manda el calor de los petrodólares.

Akinfeev, Gusev, Adonin y Kirichenko juegan en el CSKA de Moscú, que pertenece al magnate del petróleo Evgeni Guiner. Un club en el que también está involucrado Abramovich, ya que posee el 30% de las acciones. Aniukov, Kariaka y Kerzhakov militan en el Krilia Sovetov que es propiedad del magnate del acero German Tkachenko. Un equipo, perdido en la Rusia profunda --la ciudad de Samara está situada al sur del país-- en el que juega cedido Catanha, el exdelantero del Celta.

Muchos extranjeros

No hay un solo aficionado al fútbol que no conozca a las petroleras Yukos y Sibneft. Ellas mueven el negocio. Se trata de unos clubs que pagan entre 15.000 y 40.000 euros semanales a sus jugadores. "El jugador ruso ya no emigra para ganarse la vida. El nivel sigue siendo el mismo, pero ahora hay dinero y todos prefieren quedarse en casa y disfrutar de una Liga emergente", asegura el jugador del Oporto Alenichev.

La Liga rusa, con 26 jugadores, es la quinta que más futbolistas aporta a la Eurocopa por detrás de la inglesa (57), la alemana (50), la italiana (46) y la española (36). Y es que 250 extranjeros han desafiado a las gélidas temperaturas y han sido captados por los petrodólares. Sobre todo los jugadores argentinos y brasileños que huyen de la crisis económica de sus países.

El resurgir de la Liga no ha mejorado el potencial de la selección, que no ha ganado ni un partido en el 2004. Es un rival débil en defensa tras las bajas por lesión de Onopko e Ignashevic, que intenta desquiciar a España, denunciando un trato de favor de los árbitros al ser vecina de Portugal. Una táctica más propia del viejo telón de acero que de la moderna Liga rusa.