Contra voluntad, del Real Zaragoza solo se ha ido un futbolista este verano: Borja Iglesias. De lo que el delantero gallego significó para el club, el equipo y la ciudad está todo dicho. Su ascendencia futbolística y social fue extraordinaria. Su presencia condicionaba todo. Para renovar el ataque (Vinícius salió mal), la dirección deportiva ha optado por poner en manos de Imanol Idiakez un arsenal de posibilidades con la intención de que la suma de todos los factores dé como resultado final algo similar a lo de la última campaña. Marc Gual, Álvaro Vázquez, Pombo, Jeison Medina, Toquero, una, dos, tres, cuatro y cinco opciones para el frente de ataque. Y Papu, Buff, Biel, Soro o Aguirre amenazando por detrás.

De entre todos ellos, Toquero todavía sin posibilidad de comparecer por lesión y Papu sin esa chispa electrizante tan característica por haber salido recientemente de otra, un futbolista ha tomado un cuerpo y medio de ventaja sobre sus compañeros en las dos primeras jornadas. Pombo ya no es solo aquel niño travieso que a base de diabluras tiró abajo la puerta del primer equipo. Ahora es un hombre hecho y derecho, un futbolista maduro cuya participación es constante y su influencia, notable. Regates, cuerpeo, capacidad para forzar faltas, contacto continuo con el balón, acciones beneficiosas para el equipo, goles… El partido contra el Majadahonda pasó por sus botas. El de Reus, también. Ayer faltó colmillo, eso sí.

Jugar en este Real Zaragoza va a estar caro. Hay muchos jugadores para muy pocos puestos en muchas zonas del campo. Pombo se ha ganado uno.