Cinco goles ha encajado el Zaragoza en los últimos nueve partidos. Desde que cayó con estrépito en Jaén, en el partido donde Herrera quedó al borde del despido, la portería de Leo Franco se ha cerrado a cal y canto, un síntoma que evidencia sin duda el crecimiento de un equipo que en Miranda de Ebro supo ponerse el mono del trabajo colectivo en un escenario de la Segunda más profunda, aprobando así una asignatura que había suspendido en la Nova Creu Alta o en Ipurúa.

El último gol que encajó el Zaragoza se lo marcó Pacheco para el Alcorcón, un golazo imparable desde fuera del área. Ante el Hércules y en Miranda Leo Franco dejó su portería a cero. Córdoba, Sabadell, con uno, y los dos tantos del Sporting, el mejor ataque de Segunda, completan la nómina de 5 dianas recibidas en más de dos meses, desde el 16 de noviembre. Dejando el cero en la portería todo es más fácil. Hay más posibilidades de ganar jugando mal, como ante el Girona o Las Palmas, e infinitas si además se hace un fútbol fluido o si hasta el equipo es capaz de mantener el pulso de intensidad como hizo contra el Mirandés.

Esa mejoría defensiva es la clave del crecimiento del equipo. Llegó con dudas, al resguardo de victorias afortunadas como las sumadas ante el Córdoba, el Girona o en el Insular de Gran Canaria, sufrió un frenazo en Sabadell para volver ante el Murcia, en un duelo sin goles. Y en el 2014 la incorporación de Arzo ha terminado de consolidar ese crecimiento.

El central, el único fichaje en el mercado de enero por ahora, ha caído de pie en el Zaragoza. No solo por lo que aporta, que es mucho. Sobriedad, salida de balón, tranquilidad... También por lo que mejora a sus compañeros, en particular a Rico, que ha dado un paso adelante, aunque ayer sufriera con Igor Martínez, y sobre todo a Álvaro, que es otro con el defensa castellonense a su lado.

En esta Segunda tan pobre, sin fútbol, donde cuesta destacar acciones ofensivas en un partido, mantener la puerta sellada es un pasaporte hacia Primera. El Zaragoza lo está logrando y lo cierto es que no solo encaja pocos goles sino que tampoco le crean demasiado peligro. El Hércules y el Alcorcón apenas lo hicieron en los dos últimos partidos en La Romareda y en Miranda el equipo local tiró de balones cruzados y de envíos por alto, lo que en otro tiempo era un calvario para los de Herrera, que esta vez lo superaron con buena nota.