Su caso recuerda, salvando las distancias al de Willian José. Buen comienzo, luego una serie de partidos sin suerte ni protagonismo sobre el césped para acabar en segunda fila. Un golpe de fortuna, esa Diosa tan esquiva como caprichosa en ocasiones, actuó con el ariete brasileño y, ahora, con Aleix Febas.

Recordadas son las palabras del actual delantero de la Real Sociedad después de que Ranko Popovic le pusiese de lateral izquierdo ante el Albacete en el Carlos Belmonte. Dijo tras el encuentro que no le gustaba jugar ahí porque no era su posición. Pasó de puntillas y fue intermitente, siempre a la sombra de un excepcional Borja Bastón. Se lesionó a las puertas del playoff el delantero estrella y emergió, por fin en su posición, el Billy. No se ascendió, pero no por falta de méritos de Willian José, ya que anotó tres tantos, dos al Girona en la milagrosa remontada en Montilivi y otro a Las Palmas en La Romareda.

Febas maravilló en la primera vuelta. Llegó algo de puntillas y sin hacer mucho ruido después de un culebrón con el Almería por su fichaje. Hubo quién no entendió en su día tanta espera por un joven procedente del filial del Real Madrid y de Segunda División B.

Natxo González fue poco a poco encontrando su estilo en el famoso «proceso» del que tanto hablaba. Finalmente lo encontró con un rombo en el centro del campo con Eguaras como hombre más cercano a la defensa, dos interiores poderosos en el aspecto físico y un mediapunta que se encargase de la creación y que hiciera de nexo con los delanteros.

Ahí, cerca de los puntas, puso el técnico a Febas. Ahí creyó que iba a rendir más por su aspecto frágil, su juego ratonero, velocidad y visión. No se adaptó, aunque en la cantera blanca ya hubiera jugado en ocasiones en ese puesto, uno que no es su ideal.

El cambio en Pamplona en la primera parte, en el minuto 42, muy poco antes del descanso, le hizo daño emocionalmente. Dos semanas después viajó con toda la expedición a León, pero fue el descarte y se tuvo que quedar en la grada viendo la victoria del Real Zaragoza. Todo eran caras de alegría, pero a Febas no le salía.

Hizo autocrítica, agachó la cabeza, no abrió la boca para protestar que no estaba jugando en su posición favorita y siguió peleando, aunque los minutos no eran los mismos que en la primera parte de la campaña.

La reivindicación

Ese toque de fortuna que en el fútbol y en la vida es tan necesario en ocasiones le cayó a Febas con la pubalgia de Raúl Guti. El sustituto natural era Javi Ros, y así lo fue en Los Pajaritos. El tudelano es un jugador diésel y de un perfil más acostumbrado a ejercer como centrocampista.

Ante el Barcelona B hubo rotaciones y, al fin, Febas jugó en el lugar en el que había destacado en el filial blanco, en un costado del rombo. Completó un partido notable en el que se vieron sus principales cualidades: arrancada, pase, conducción y magia. Finalizó con un carrerón de unos 80 metros y un golazo que le liberó.

En Soria sustituyó a Javi Ros, volvió a jugar en el costado izquierdo del rombo y su salida fue un soplo de aire fresco, un oasis en un duelo marcado por el respeto y el miedo a no encajar gol. Se reivindicó, otra vez.

Ahí luce más por la costumbre a jugar en esa posición y por sus características. No es un especialista defensivo, pero su agilidad viene de perlas. Además, es uno de esos jugadores capaces de desatascar un encuentro, uno de esos no abundan. Si Febas sonríe, también lo hace el zaragocismo.