Dos equipos de los llamados clásicos y dos acciones que empiezan a cobrar categoría de clásicas: Godín remató (y marcó) un córner y Luis Suárez mordió a un rival. Jugadas ya vistas. Y con tanta frecuencia que empiezan a ser habituales. Menos común es que un entrenador dimita al acabar el partido. Y eso es lo que hizo Cesare Prandelli, renunciando a seguir al frente de Italia. Godín salvó a Uruguay (necesitaba ganar y estaba empatando a 10 minutos del final), igual que salvó al Atlético de perder en el Camp Nou en la última jornada para conquistar la Liga.

Igual que alimentó el sueño rojiblanco de coronarse en la final de la Champions antes de que Ramos frustrara su gol, también de córner. Suárez mordió de nuevo a un defensa. Esta vez le tocó a Chiellini, que enseñaba al árbitro las marcas de los dientes en el hombro izquierdo. El mexicano Rodríguez no le hizo caso. Antes había exhibido una excelente atención para expulsar a Marchisio por un plantillazo. Italia jugó la última media hora con 10 y se quedó sin fuerzas ni tiempo para rebatir el demoledor gol de Godín, que apenas ha marcado cuatro tantos en su carrera como internacional.

La idea de Suárez por hincar los dientes en un adversario es ya una pulsión que le está granjeando un merecida fama de antideportivo. Lo hizo por primera vez en noviembre del 2010 jugando con el Ajax (agredió a Bakkal, del PSV Eindhoven) y le cayeron siete partidos de sanción. Volvieron a pillarle en un Chelsea-Liverpool, en septiembre del 2013, agrediendo a Ivanovic y le impusieron diez encuentros. A ver qué sucede ahora... Y luego Prandelli dimitió. "Cuando el plan técnico falla el responsable debe marcharse", dijo.