No tenía ni 10 años Miguel Linares cuando el Fuentes repartía unas pocas pesetas a los niños que hacían de recogepelotas. Fue el primer día y se quedó sin poder hacer ese trabajo porque solo lo realizaban los primeros niños que llegaban. El siguiente domingo llegó tres horas antes al partido. Nadie entró antes que él. «Miguel ha llegado hasta ahí gracias a su motivación, a su pasión, a la constancia de ir peldaño a peldaño creciendo como jugador», explica Roberto Tejedor, su suegro y al que el delantero considera una de las personas claves de su vida.

No es de extrañar porque Nazaret, que vivía en Pina de Ebro, y Miguel «empezaron a salir desde críos», añade Roberto. Tan desde críos que Guillermo, su cuñado, no duda en asegurar que lo conoce desde que nació. Ahora tiene 20 años y vive con pasión el regreso del jugador a La Romareda. «Es muy merecido, un premio a la constancia. Para la familia es un orgullo tenerlo ahí», asevera.

¿Cómo es Linares como persona? «Es transparente, lo que siente, lo expresa. Es sencillo y simple en el término más grande de esas cualidades. Adoro eso de él y siempre está alegre y es positivo», explica su suegro.

Para Eva, su hermana, «actúa igual como persona que como profesional, es muy centrado. Nunca ha dado un paso en falso, siempre ha ido a más en todos los ámbitos». El círculo lo completa su hermano José Antonio: «No espera que la vida le regale nada, va a buscarlo. Lo que quiere, pone todos los medios para lograrlo. Las dos lesiones en la rodilla que tuvo en el Elche fueron su ejemplo de superación. Yo pensaba que con la segunda ya se había acabado todo. Y se levantó. Es para todo muy responsable».

Esa constancia se refleja en su «obsesión por el fútbol, siempre ha sido un profesional, centrado desde crío en jugar y entrenar», indica su hermano mayor, que explica con orgullo que cuando viajaba a verlo en los otros clubs donde ha estado siempre tenía que esperar a que todos sus compañeros se marcharan. Linares siempre acababa de los últimos. O directamente el último.

«Miguel se cuida muchísimo. Es como Ronaldo, que se cuida tanto que tiene cuerda para rato. Miguel también, aún le queda gasolina, seguro que para más de un año y medio que firmó en su contrato en el Zaragoza», completa Saúl, su amigo.

Y es que esa constancia y esa lucha para lograr algo que le ha costado tanto tienen su reflejo desde sus inicios: «Todo te ayuda. Hasta los 21 años trabajaba y jugaba y eso también hizo que cuando pude empezar a vivir de esta profesión me prometiera a mí mismo que no lo dejaría escapar. Vivir del fútbol es lo mejor que me ha pasado», asegura con una amplia sonrisa de satisfacción el ariete.