El 25 de julio se había convertido en una fecha casi maldita para el Zaragoza de Agapito Iglesias. Lo era porque no había dinero ni manera de encontrarlo. Ayer se habría encontrado con un monumental mamporro en la Liga de Fútbol Profesional, el primer paso hacia una decisión que acabaría por desembocar en la desaparición.

La aparición en la última semana de la Fundación Zaragoza 2032 y el meteórico proceso con el que se ha conseguido la retrocesión de las acciones a Agapito y el consiguiente traspaso a los nuevos gestores, convirtió el día de ayer en poco más que un trámite. El Zaragoza entregó la documentación en la Liga de Fútbol Profesional y poco más se supo. Todo en orden, claro. Al fin y al cabo, ha sido la propia LFP la que ha marcado las pautas que debe seguir el club aragonés para regularizar su situación dentro del fútbol español, donde ha pasado a ser una entidad generalmente mal vista y que arrastra deudas con jugadores, clubs, instituciones...

103 millones de euros son los que se cuentan en este momento, de los que se han de hacer frente de manera urgente casi a siete. Esa cantidad es la que puso el club a disposición de la Liga y la que servirá para que Hacienda y compañía le miren con otros ojos de cara a un futuro en el que deberán renegociar pagos, como por ejemplo los 18 millones de septiembre.

En fin, que el Real Zaragoza superó el escollo del 25 de julio con muchos menos problemas de los que se preveían hasta hace una semana. El 31 de julio tendrá que recibir una nueva aprobación tras la comisión mixta y las cuentas finales. Si cumple las ratios y no tiene pendientes denuncias, podrá fichar y seguir vivo en el fútbol español, algo que hace unos días llegó a parecer imposible.