La selección española se levantó de la dura derrota de Eslovaquia goleando en Luxemburgo (0-4), el día que Vicente del Bosque sentó a Iker Casillas para dar la alternativa a David de Gea y Diego Costa escenificó su obsesión con el gol, fallando innumerables ocasiones, hasta que marcó la más inesperada. Obligada a levantarse y reaccionar, España regresó a la normalidad en Luxemburgo. Comienza a acostumbrarse a vivir en una nueva realidad, enterrando con malos resultados su época más gloriosa y buscando variantes a su estilo. Lo hizo Vicente del Bosque apostando por dos delanteros el día que sentó a Casillas.

España comenzó con nuevo dibujo, un 5-3-2 en faceta defensiva con Busquets incrustado entre los centrales y dos laterales convertidos en extremos como Dani Carvajal y Jordi Alba. La responsabilidad del juego recayó sobre Iniesta. Ni el diluvio que cayó minutos antes del inicio y un césped resbaladizo impidió su lección. En Koke y Silva tiene futbolistas que hablan su mismo idioma y aunque La Roja intercambió el fútbol directo con balones largos, con el toque, fueron los encargados de ver los pases a los espacios que abrieron los puntas.

La pesadilla de Costa no tardó en empezar. A los dos minutos controlaba mal, esquivaba al portero rival y se dejaba caer pidiendo penalti. España tocaba con velocidad, el secreto del éxito en partidos ante rivales de inferior calidad técnica. Costa dejó un testarazo ante el que se lució Joubert y un remate blando a sus manos.

La cabeza de Costa echaba humo. Remataba con la negatividad de un jugador obsesionado. En su sexta ocasión ya optó por la potencia en vez de la colocación y se topó con Joubert. España no suele disparar fuera del área y en su primer intento llegó el gol. Fue Silva el que, tras un balón muerto, soltó un zurdazo a una escuadra para abrir el partido a los 27 minutos y dar el justo premio a La Roja. Alcácer no faltó a su cita con el gol y también marcó.

Con todo sentenciado España rebajó el ritmo en el segundo acto. Las palabras de Del Bosque relajaron a Diego Costa, que acabaría encontrando su premio cuando menos lo esperaba. Regaló una clara a Alcácer que no acertó a rematar e Iniesta chutó arriba. Cuando España notaba el bajón físico de Iniesta y Silva, llegó al fin el tanto de Costa. Después de 514 minutos. Nunca un nueve tardó tanto. Y lo consiguió cuando no lo buscó y el balón le cayó. En una acción de estrategia a una falta que no salió, tras mil rechaces, con todo a su favor para esta vez fusilar a la red y ni celebrarlo. España acabó el partido con un 4-4-2 clásico y el estreno de Juan Bernat, que firmó el cuarto de la selección.