Desde el bar Flor a Ipurua. Desde ese 29 de marzo de 1960 hasta este 19 de agosto del 2018. En esa marcha los ojos se han arrasado muchas veces por imposibles, la suela se ha desgastado por gradas de Tercera, la garganta se perdió mil veces en el eco del vacío. Y qué importa. Eso ya es un pasado infinito. La nada. El olvido. El principio de todo ya está aquí. En Ipurua. En Eibar. Este domingo. 58 años después de esa fundación en los Porches de Galicia la SD Huesca será el 63º equipo que debute en LaLiga española. Radiante, ilusionado y feliz como una ciudad de resaca laurentina que dura desde ese 21 de mayo en Lugo, con toda una provincia de renacido orgullo azulgrana detrás, enarbolando la bandera de Aragón y esa cruz de San Jorge que lucirá en su pecho en el debut. Todos juntos sin reblar por una ilusión de vivir una temporada entre sueños de realidad.

El ascenso de Écija y después con el Huracán, el gol de Carlos David en La Romareda, el premio de la eliminatoria ante el Getafe y la victoria definitiva en el Anxo Carro. La afición oscense se había acostumbrado a la felicidad del progreso sostenido bajo la presidencia de Agustín Lasaosa sin saber que lo mejor estaba por llegar. Huesca es de Primera. En presente. Y ya nadie lo puede evitar. Ese escudo jugará en el Santiago Bernabéu, en el Camp Nou, en el Wanda Metropolitano, Mestalla o el Sánchez Pizjuán. Serán danzantes en El Alcoraz las botas mágicas de Leo Messi (14 de abril), las cintas aladas de Gareth Bale (9 de diciembre) o el dorado ‘palotiau’ de Antoine Griezmann (20 de enero). Y no habrá que pellizcarse porque no será verdad.

La pretemporada se ha cerrado con buenas sensaciones, crecimiento constante y buen acoplamiento a la idea que el entrenador Leo Franco quiere impregnar en sus jugadores: ser una familia más un equipo y construir desde atrás para ser letales delante. Las últimas victorias ante Eibar (1-2) y Alavés (1-2) han mostrado el nivel competitivo de una plantilla a la que aún le quedan piezas por incluir y que cerró la preparación con un balance de 4 victorias y 3 derrotas ante los antiguos vecinos de Segunda: Osasuna (1-0), Numancia (5-1) y y Oviedo (2-1).

La apuesta por la continuidad del bloque que logró el ascenso trasciende en la importancia que desde la concentración de Benasque han ido adquiriendo piezas como el defensa Jorge Pulido, los medios Moi Gómez, Juan Aguilera, David Ferreiro, Álex Gallar o Gonzalo Melero o los delanteros Chimy Ávila o Cucho Hernández, llamado a convertirse a sus 19 años en una de las revelaciones de LaLiga Santander.

LOS FICHAJES / Este domingo, desde las 18.15 horas, es el principio de todo. De todo, también, de la realidad. De la lucha fría de cada una de las 38 jornadas por una permanencia que no debe ser un imposible, pero que habrá que pelear sin reblar. Porque el guión ya se sabe, hay que aposentar en lo más alto un proyecto que ha ido creciendo con modestia y cabeza, sin pagar un euro de más, ni tampoco ahora. Las incorporaciones se han dirigido a dar horas de vuelo en Primera a un grupo novato. Apuntalar la defensa ha sido la primera asignatura para Emilio Vega, director deportivo de la Sociedad Deportiva Huesca, con fichajes y cesiones: el portero argentino Werner (Atlético de Madrid), los portugueses Luisinho (Deportivo, 112 partidos en Primera) y Semedo (Villarreal), el vasco Etxeita (Athletic, 140 partidos en Primera), el gallego Insua (Schalke 04, 49 partidos en Primera) o el zaragozano Miramón (Reus). En el medio el argentino Musto (Tijuana). Delante la pólvora será exportada y la cargarán el turco Serdar Gürler (Osmanlispor), hasta el momento fichaje más caro de la historia del club (más de dos millones de euros) y el italiano Longo (Inter).

Ipurua, San Mamés y Nou Camp antes de que El Alcoraz reciba el 14 de septiembre al Rayo Vallecano en la apertura de un remozado Alcoraz como estadio de Primera. Las obras de acondicionamiento a la nueva categoría han hecho que se retrase un día para la historia en el que la afición oscense empezará a dejarse la voz por un objetivo común. La buena marcha de la campaña de abonados, y pese a la ampliación a 7.500 butacas, hará que sea casi complicado encontrar entradas en los partidos locales del equipo aragonés. Porque nadie se lo quiere perder, ni quiere dejar de apoyar. Un grito que es de Primera. Un grito bien fuerte para despertar del sueño y relamerse en la bendita realidad.