El resbalón ante el Rayo Vallecano fue una importante llamada de atención para el Huesca. La jornada pedía una victoria azulgrana para, como dijo Leo Franco, poner la guinda a una fiesta con más de 7.000 invitados, sin olvidar que se trataba de un rival directo por la permanencia. El cuadro madrileño fue el típico aguafiestas que echa por la borda la ilusión de pasar una gran noche de viernes. Su dominio fue de Primera, y lo certificó Imbula con un golazo de Primera.

El Huesca se percató de que su puesta de largo podía irse al garete, y así fue. En la seguna parte, el técnico argentino sacó todo su arsenal ofensivo en busca de una reacción. Las ocasiones llegaron, la de Chimy Ávila a puerta vacía fue la más clara, pero esos arreones no se apreciaron en el marcador local. Cuando el árbitro indicó el final de la fiesta, la afición abandonó El Alcoraz resignada con la derrota, a la espera de que llegue la cita contra la Real Sociedad el próximo viernes. Leo Franco, por su parte, aplaudió a cada uno de sus jugadores su «esfuerzo descomunal» y aseguró «estar tranquilo» por la creación de ocasiones de su equipo e indicó que «este es el partido a seguir» en futuros encuentros.

Sí, hubo ocasiones, pero no llegaron de la manera que todos los aficionados se esperaban. Desde que arrancó el campeonato, las jugadas oscenses que generaron mayor peligro nacieron desde las bandas, especialmente de las botas de Álex Gallar. Contra el Rayo, aunque el atacante catalán no salió de inicio, las ocasiones volvieron a producirse desde los extremos, con Gürler como el más incisivo en la primera parte.

A LA CONTRA

El estilo con el que el Huesca arrancó cuatro puntos entre Ipurua y San Mamés fue el aprovechamiento de los espacios a la contra y la verticalidad a la hora de salir al contragolpe. Al jugar en casa, el viernes tenía que llevar el dominio del balón y liderar la iniciativa del juego. No lo consiguió y el Rayo se mostró como un equipo mejor dotado para el control de la medular y el pase en corto.

Leo Franco le ha dado la responsabilidad de iniciar el juego a Melero, al que ha retrasado de posición a pesar de su imponente llegada y su aportación goleadora. Sus labores en este arranque de temporada se producen lejos del borde del área, zona en la que estaba acostumbrado a jugar en anteriores campañas y en la que generaba mayores daños a las defensas rivales. De hecho, los 16 goles que anotó el centrocampista en el histórico año del ascenso avalan su peligro.

Melero no destacó el viernes en el aspecto creativo. Puso ganas, ímpetu, pero sin éxito. Su compañero en la zona, Musto, tampoco dio ritmo al juego de ataque del Huesca. En esa faceta, el Rayo superó con creces al cuadro oscense, lo que obligó a Melero a aumentar su recorrido y estirar su juego hasta el área rival para intentar sacar el empate. «Hicimos méritos para no perder. Estamos dolidos por el resultado, pero satisfechos porque lo hemos dado todo», aseguró al término del primer encuentro en El Alcoraz. Esta derrota obliga al conjunto oscense a sacar puntos contra la Real y buscar soluciones en el medio, donde Aguilera y Sastre de momento no cuentan.