Los profundísimos males deportivos que sufre el Real Zaragoza a enero del 2017 son parcialmente un problema de Agné, pero el que reduzca las causas de este deterioro a cuestiones únicamente tácticas se engaña por simple ceguera o por un interés natural. El origen de los males traspasa a Agné. Como también trascendió a Milla, aunque el técnico turolense, como su colega de Mequinenza, se encargó de dar lecciones de cómo ayudar a precipitar un equipo. Esos mismos males traspasaron igualmente a Popovic, tan poco diestro como sus compañeros de profesión, a Carreras, el entrenador del hundimiento histórico de Palamós, y a Víctor Muñoz, que también tuvo su cuota de responsabilidad deportiva, pero en la menor medida de todos los técnicos que ha tenido la Fundación a sus órdenes y en un escenario incomparable con el del resto por su hostilidad.

El problema deportivo de raíz del Real Zaragoza es otro: no ha sabido edificar un proyecto estable, sereno, fiable, duradero en el tiempo, sólido en las buenas, consistente en las malas y sin giros suicidas. Durante estos dos años y medio de gestión, la SAD se ha dedicado a cambiar de velocidad y de dirección cada pocos meses y el resultado ha sido catastrófico. La cuestión es que cinco entrenadores después, el Real Zaragoza queda a 20 jornadas para el final de la Liga (el playoff está provisionalmente a cinco puntos de distancia) con el sexto entrenador en 30 meses muy herido y a la espera de que un soplido de gracia lo haga caer montaña abajo.

Agné lo está haciendo muy mal. Fatal. Como muy mal lo hizo Milla. Y como muy mal lo hizo Juliá en verano y cada vez que ha tenido oportunidad de contratar un técnico. Su currículum es pavoroso: Carreras, Milla y Agné. El papelón que le queda en estos momentos al director deportivo, al que la SAD se encargó de poner en el foco público en el pasaje de la destitución de Milla para que la responsabilidad de la decisión y la elección posterior cayera sobre sus espaldas, es terrible. Bajar el pulgar por tercera vez en un año y no ruborizarse, encadenarse a la suerte de un fiambre, amarrarse a su nónima, legítimo por otra parte, o tomar las de Villadiego. Menudo papelón... Y el Zaragoza amontonando errores y sin proyecto.