Proyecto. Esa fue la palabra mágica sobre la que el Real Zaragoza quiso ganar el futuro hace dos temporadas después de unas tres campañas anteriores llenas de inestabilidad, idas y venidas, destituciones y múltiples cambios a todos los niveles: dirección deportiva, entrenadores y plantilla. Proyecto. Pausa frente a nerviosismo, una idea sostenida en el tiempo, madurada y ejecutada en consecuencia.

Un proyecto que nació basado a su vez en muchos proyectos de jugadores, chicos jóvenes a los que desarrollar y crecer junto a ellos hasta elevar al máximo el nivel de las aspiraciones del club. En su primera temporada, la propuesta de Lalo Arantegui no tuvo éxito, porque el éxito solo es ascender, pero funcionó como para concluir que el camino era el adecuado.

En esta segunda temporada, la progresión se ha detenido y los proyectos de jugadores no se han convertido en realidades sólidas. Pombo, Papu, Lasure, Benito, Verdasca... Los fichajes tampoco han ayudado. Al contrario: han contribuido muchos al fracaso del plan.