En el Real Zaragoza de Agapito Iglesias, el que sufre el zaragocismo desde mayo del 2006, cada vez sucede con más frecuencia que los partidos se convierten en pequeñas islas futbolísticas entre los episodios de crisis que genera el club. En los últimas semanas la tendencia se ha acentuado aún más. Y eso que parecía difícil. Antes de recibir esta tarde (18.15. La Sexta) al Castilla en un duelo vital, el zaragocismo ha mirado a la declaración del soriano ante la Justicia, ha constatado una división de la directiva, entre los que estaban y los que llegaron, que lleva meses en fase de crecimiento, ha visto elevarse el caso de Paredes a un punto que, desde luego, por la categoría futbolística que el Jabalí ha demostrado en siete años no merece y ha escuchado a un Paco Herrera harto de la basura que se saca hacia fuera en este Zaragoza. Todo eso salpicado por el mal fútbol y las dudas que ofrece el equipo, por el recrudecimiento que se quiere dar en la grada a la protesta contra el máximo accionista y por las diferencias entre las peñas.

Así visita hoy La Romareda el Castilla, el mejor equipo de Segunda desde que cambió de entrenador, en un ambiente como mínimo tenso y que puede dispararse hasta el infinito si el Zaragoza mantiene el bajo nivel de las últimas citas, donde ha jugado muy mal y ha obtenido resultados en consonancia a ello. Es decir, un punto de 9 posibles. Se ha esforzado mucho la plantilla, y también el entrenador, en querer ver algo de luz en la mejoría de la segunda parte ante el Tenerife, donde el equipo aragonés igualó con el gol de Arzo la ventaja local. Si hubo ese paso adelante, que es discutible, solo puede confirmarse con una victoria que tiene carácter más que obligatorio para el Zaragoza.

Todo lo que no sea ganar al filial blanco y acumular el cuarto partido sin triunfo disparará la tensión para el vestuario, que ya vivirá de lleno otra crisis como la que sufrió en noviembre, donde acumuló cinco citas sin ganar y tres derrotas seguidas, y que estuvo a punto de costarle el puesto a Paco Herrera. Así, el equipo transmitirá la misma imagen de descomposición que ofrece el club, con la tensión incluida por ello. Además, el puesto en la zona de promoción que conservaba, gracias sobre todo a la igualdad de la categoría, desapareció ayer tras la victoria de Las Palmas, por no hablar de que los triunfos de Sporting y Recreativo en un sábado de malas noticias dejan claro que el ascenso directo exige al Zaragoza no fallar más. No hacerlo desde luego hoy, donde Herrera recupera a Acevedo y a Barkero, tras sus lesiones, aunque no serán titulares, y también a Álvaro, que retornará al eje de la zaga.

MAL EN CASA

El Zaragoza, que acumula dos partidos seguidos como local sin ver puerta, ha dejado escapar 20 puntos de 39 disputados en La Romareda y es el sexto peor en sus números caseros. El Municipal, fuente de decepciones en la historia reciente para el zaragocismo, dista mucho de ser un fortín, pero si este equipo piensa de verdad en subir, o al menos en alcanzar una plaza de playoff, las ocho citas que quedan aquí con la de hoy son de una importancia vital, ya que además muchas de ellas son ante rivales directos.

No lo es el de esta tarde porque el Castilla no está en la guerra por subir y llega a La Romareda con bajas --los sancionados Aguza y José Rodríguez y los lesionados Llorente, Jaime Romero y Torró-- pero con la vitola de la reacción que ha firmado desde que tomó las riendas José Manuel Díaz en sustitución de Toril. Entonces, en la jornada 15, estaba desahuciado con 7 puntos, pero en las últimas doce citas ha sido el mejor de Segunda, con 23 puntos de 36. Sigue de colista, pero ganar hoy le haría abandonar con casi total seguridad la zona de descenso.

El partido servirá para ver en el Municipal a Leandro Cabrera, al que tanto empeño puso por traer Pitarch el pasado verano y que prefirió irse a un filial antes de venir al Zaragoza. Vivir para ver... Mientras, lo vivido ante el segundo equipo del Barça hace tres semanas invita a echarse a temblar si el Castilla repite la exhibición que los culés dieron en La Romareda. Por todo ello, en el duelo de esta tarde tiene el equipo zaragocista una prueba de fuego, un examen crítico para no aumentar más la tensión permanente de este club.