Esos 60 segundos que separaron el minuto 90 del 91 contra el Jaén, una jugada inspirada de Montañés más o una menos, un golpe de fortuna más o uno menos, resultaron una perfecta alegoría de lo que es esta Segunda horripilante, en la que se suceden los partidos terroríficos. Esos 60 segundos son un lapso de tiempo casi imperceptible, pero paradójicamente concentraron la esencia de la categoría, generosa y miserable como ninguna, y capaz de alterar las expectativas de los equipos cada semana.

Ese gol en propia portería de Hugo Álvarez ahuyenta unos fantasmas que empezaban a pasearse de nuevo por La Romareda solo 60 segundos antes. Un empate hubiera sido fatal y hubiese convertido en angustioso el partido contra el Girona, ya en la pelea por un único fin: la permanencia. El 1-0, un gol solitario, un simple rebote, lo cambia todo. Las distancias son tan cortas que los objetivos pueden agrandarse o empequeñecerse a cada jornada. Este triunfo aleja el pánico, reduce el canguelo que estaba a la vuelta de un minuto y ensancha el horizonte.

La victoria del Real Zaragoza es un paso enorme hacia la salvación, que aún no está hecha pero a la que le queda poco, y sobre todo amplía las perspectivas. El descenso queda a siete puntos y el playoff, a cuatro. Restan 21 por repartir. La pregunta surge enseguida. ¿Puede aún el Zaragoza subir a Primera? A este ritmo de puntuación, que quizá sea mayor o quizá menor en adelante, vaya usted a saber, para acceder a la promoción necesitaría ganar al menos cinco de esos siete partidos, una tarea que parecería materialmente imposible viendo cómo está jugando de mal el equipo, pero que catalogar de inviable sería un atrevimiento en esta Liga incontrolable y donde el esfuerzo, solo la insistencia física, ya tienen premio.

Esta Segunda es un chollo, la tierra de las infinitas oportunidades, una categoría que no distingue al segundo del último. Tres equipos van a ascender. Eso es seguro. Ninguno lo hará jugando bien. El Zaragoza tiene el reto del playoff más lejos que muchos porque lleva retraso. Al primer error, la soga quedará anudada al cuello y no habrá más cuentas que hacer. Lo primero sigue siendo amarrar matemáticamente la salvación. ¿Y después? ¿Por qué no va a poder subir el Zaragoza? En cualquier otro escenario, en cualquier otra situación, en una Liga seria, esta sería una pregunta estúpida. Pero en esta Segunda no lo es.