El aficionado del Real Zaragoza salió de La Romareda contento con lo visto ante el Granada. Simplemente faltó rematar la faena y vencer el equipo nazarí. Visto el encuentro, el conjunto aragonés se mereció la victoria a tenor del juego desarrollado y las ocasiones generadas, que por fin fueron numerosas y con peligro. Después de toda la semana hablando de paciencia y del proceso, como si ello fuera sinónimo de que todavía no se iba a jugar bien, el Real Zaragoza sorprendió con un buen cuarto de hora final de la primera mitad y una gran segunda parte.

El cuadro dirigido por Natxo González, cuyo juego es tildado en ocasiones como defensivo, demostró que sabe atacar sin sufrir atrás. De hecho, el Granada solamente tiró una vez entre los tres palos y fue en el gol de falta de Pedro. Además, Joselu y Espinosa dispararon, pero fue en los primeros compases del encuentro. Cuando el Real Zaragoza dio un paso al frente, motivado principalmente por el marcador adverso, el equipo dejó más de lado la basculación para dejar paso a la alta presión defensiva, especialmente tras pérdida. Le salió bien y ello propicio que, al final de los 90 minutos, el conjunto aragonés sumara el 63% de la posesión por el 37% del cuadro nazarí.

En cuanto a los remates y los saques de esquina, también evidencian el dominio zaragocista. Los blanquillos remataron 16 veces, seis de ellas a puerta que obligaron a lucirse a Javi Varas, que cuajó un partidazo. Entre sus paradas destacaron el mano a mano ante Borja Iglesias, la volea de Pombo y la falta de Zapater. El dato contrasta con los cuatro remates del Granada. En cuanto a los córners, doce lanzó el Zaragoza por tres del equipo de Oltra.

MEJORÍA GLOBAL

En las estadísticas se refleja el dominio zaragocista, pero la mejoría también tuvo nombres propios, sin dejar de lado la actuación coral, imprescindible para un técnico que destaca por formar bloques sólidos.

Los laterales recordaron a los de su mejor etapa en el Reus. El repliegue del Granada, que dio un paso atrás después de marcar, ayudó junto al empuje blanquillo, pero Alberto Benito y Ángel no sufrieron atrás y no pararon de incorporarse al ataque. Generaron peligro de manera constante, sobre todo en los últimos 45 minutos, gracias a sus carreras por la banda, los centros al área y las triangulaciones con los centrocampistas y mediapuntas.

También se vio la mejor versión de Oliver Buff. Natxo González le puso en el centro, su posición natural, y no en la banda, donde se le vio incómodo y perdido contra el Eibar y el Tenerife. Dio un paso al frente y jugó más vertical, mirando más hacia la portería contraria, de cara a ella, en lugar de combinar de espaldas. Su asociación con Borja Iglesias comenzó a carburar al final del primer tiempo y se mantuvo hasta que el helvético acabó fundido. Fue una de las notas más positivas en los primeros días de pretemporada y en Boltaña, pero comenzó a bajar su rendimiento y a atreverse poco. Hasta el duelo ante el Granada.

Otro que recuperó su mejor versión fue Zapater. Quzá el trivote no funcionó como Natxo González esperaba, sobre todo en términos ofensivos, pero el capitán estuvo más desahogado como pivote por delante de la defensa en tareas defensivas y, en ataque, estuvo especialmente acertado con el balón tanto en el pase corto como en el desplazamiento en largo para las subidas de Ángel y Alberto Benito. Por su parte, Borja Iglesias continúa siendo consistente, peleón, un incordio para los centrales y sigue demostrando que tiene capacidad de asociación con sus compañeros. De momento le falta puntería, pero la sensación es que será cuestión de tiempo.

Lo negativo es que se repitieron algunos errores individuales. De hecho, el gol del Granada nació de tres fallos consecutivos. El primero, en la entrega de Eguaras hacia Valentín. El segundo, la falta del canario tan cerca de la frontal del área después de recular y, el tercero, de la toda barrera por saltar.

De todos modos, los errores individuales son más fáciles de corregir que los globales. Si un equipo no funciona como tal, llegan los sufrimientos. Ante el Granada se vio que el punto de partida es esperanzador.