Este verano los conductores se quedaban alucinados cuando veían correr a fuerte ritmo a un mozetón de casi dos metros por los 15 kilómetros de la carretera desde Bielsa hasta el Parador de Pineta. A falta de pistas de atletismo abiertas, durante la pandemia Christian Iguacel se machacaba subiendo y bajando la carretera e inspirándose en un paisaje alpino coronado por el Monte Perdido. El atleta del Intec Zoiti estaba preparando los 400 lisos del Campeonato de España absolutos, donde quería dar la sorpresa. Y a punto estuvo de darla porque era el primero a falta de cien metros para la meta. Al final se 'conformó' con el bronce y el récord de Aragón con un marcón de 46.70.

Iguacel salió como casi siempre en plan kamikaze. Los primeros 300 metros al esprint y el hectómetro final muriendo sobre el tartán. "Soy un corredor valiente. Solo conozco a otro que está igual de 'loco' que yo corriendo. Es el noruego Warholm. Hace falta tener valor en los 400. Nunca se sabe, porque si no lo pruebas nunca, puedes salir perdiendo", explica.

En Vallehermoso también llevó la iniciativa hasta que las piernas le dijeron basta. "El objetivo era correr rápido y es lo que hice. Antes de la final hablé con mi entrenadora, pero la decisión de la táctica de carrera fue mía. Normalmente tras el pistoletazo de salida apago las neuronas y me pongo a correr", reconoce. Iguacel salió por la calle 7 y le cogió la compensación a su gran rival, Bernat Erta, a falta de 200 metros. El zoitista llegó con una ventaja de cuatro metros a falta de cien metros. "No tenía pensado cuando le tenía que coger, pero si lo pillaba a los 100 metros quemaría el motor muy pronto. Le saqué la mayor ventaja y después aguanté lo máximo posible", dice.

La recta de llegada fue una agonía para el sobrarbense. "Tenia la sensación que no me podía mover, aunque eso se nota más en los entrenamientos que en la competición. Pensaba que quedaba el cuarto y me tiré. Viendo la foto finish pensé que había sido plata. Pero el oro me quedó muy lejos. Los 46.19 de Erta no los tengo en las piernas. No sé lo que hubiera pasado si hubiera salido más lento. Igual me llevo la plata o me pasan todos", reconoce.

La vuelta a la pista es una de las pruebas más exigentes del atletismo. "Cuando Van Niekerk hizo el récord del mundo pasó el 200 en 20.70. Si se analiza su carrera esprintó al máximo que pudo. Después te sube el ácido láctico hasta las orejas". Esa carrera la acabó el sudafricano con un tiempo de 43.03, récord del mundo en los Juegos de Río.

Es el éxito de un montañés nacido hace 24 años en la localidad altoaragonesa de Javierre de Bielsa, justo en la entrada al valle de Pineta. "Es un pueblo de 25 habitantes. Javier, mi padre, es de esta localidad y Els, mi madre, de Wilrijk, cerca de Amberes". Fue a los 14 años cuando empezó a correr como preparación para el fútbol. "Jugaba en el equipo local en todas las posiciones". Dos años más tarde hizo su primera carrera de atletismo. "Gané el 100 y le saqué al segundo 30 metros", indica. Fue en diciembre pasado cuando fichó por el Intec Zoiti. Durante el curso académico estudia fisioterapia en Bélgica y con las vacaciones vive con su padre y sus abuelos entre Huesca, Valencia y Aínsa. Iguacel tiene doble nacionalidad belga y española y le prepara Lieve van Mechelen. También pertenece al club belga Lyra.

El oscense es ambicioso y piensa en el año que viene para conseguir su sueño. "Me gustaría trabajar en una residencia o en un hospital como fisio y combinar con el atletismo. Prefiero no empezar a trabajar a tope porque hay cuatro campeonatos importantes". Cree que tiene en sus piernas ser olímpico en Tokio en el verano del 2021. "No es una utopía si todo sale bien. Lo tengo en mente y me doy un 40% de opciones de ir a los Juegos. En el relevo depende de otros atletas que den el estirón", concluye el altoaragonés.