Los jugadores del Real Zaragoza coincidieron en los días anteriores y posteriores al fin de semana, fecha señalada para jugar ante el Reus, en que esta semana le iba a venir bien al equipo en el apartado mental para olvidar la derrota ante el Alcorcón; en términos clasificatorios, porque lo más probable era aumentar la distancia con el descenso (como así ha sucedido); y para recargar las pilas y recuperar jugadores tocados. Víctor Fernández podía frotarse las manos con tener a la gran mayoría de la plantilla disponible para preparar el partido y para elegir de cara al choque contra el Córdoba, pero no. Ni por esas. No hay manera de que estén todos por los percances físicos y el asunto ya pasa de castaño oscuro.

El último ejemplo de la situación física del Real Zaragoza es Alberto Benito, muy a su pesar. El lateral fue el protagonista ayer en sala de prensa y aseguró que físicamente se encontraba bien y recuperado para volver. Salió junto al resto de sus compañeros, bromeó con todos y estaba con una sonrisa, pero no pudo acabar el entrenamiento por unas molestias físicas de las que hoy se conocerá el alcance tras someterse a las pertinentes pruebas médicas.

El tarraconense no para de encadenar problemas musculares. Comenzó en diciembre con una rotura fibrilar en el cuádriceps y, tras volver, después de dos encuentros en el dique seco, pronto volvió a caer. La última, ante el Elche. Estaba a punto de volver, pero ahora queda en entredicho y a la espera.

Pero no es el único caso. Víctor Fernández cada semana tiene el quebradero de cabeza de confeccionar un equipo de garantías con los jugadores disponibles y, en casi todas sus alineaciones, apenas tiene margen para introducir variaciones.

Esta semana era la marcada para las vueltas de Alberto Benito, Papu, Dorado y Lasure. El lateral tarraconense ya veremos y el georgiano evoluciona bien, pero no está para 90 minutos. Por su parte, el cordobés ha sufrido un frenazo en su recuperación, mientras que el lateral tiene muy complicado llegar al choque. A expensas están también James Igbekeme, que ayer no entrenó con el grupo y que si llega será justo; Cristian Álvarez, que tampoco estuvo ayer por su golpe en el costado; y Nieto, que se ausentó por un proceso febril. Y todo ello sin contar a las conocidas bajas de Toquero y Grippo. Echando cuentas, nueve jugadores serán baja o son duda para preparar un choque trascendental por la salvación en Segunda.

AMPLIA NÓMINA DE LESIONADOS

Rara es la semana en la que el conjunto aragonés tiene a gran parte del plantel disponible. Este año las lesiones y los percances físicos se están cebando con la plantilla y urgen soluciones, porque cuando se convierte en costumbre deja de ser una casualidad. Pocos jugadores se salvan este curso de las dolencias serias o reiterativas y, aunque no únicamente, es una razón de peso para entender por qué el Zaragoza está luchando por no descender.

Guti reconoció la semana pasada que espera terminar la temporada al 100%. Y estamos en abril. Por supuesto, tiene una enorme justificación por su operación de pubis y sus posteriores problemas derivados de la carga de trabajo. Eguaras, aunque sin pasar por el quirófano, está en una situación parecida y son dos jugadores importantes para el equipo. Lasure y Benito llevan una campaña para olvidar con las lesiones, Javi Ros tuvo su golpetazo en el peroné ante el Málaga cuando mejor estaba, Zapater se rompió muscularmente por primera vez en su carrera este curso, Álvaro Vázquez se ha lesionado tres veces muscularmente, Papu ha jugado 352 minutos entre Liga y Copa y ha estado un mes en Georgia, Álex Muñoz se rompió la mandíbula... Es un no parar.

Es una constante, todas las semanas igual. Si no es uno, es el otro el que tiene problemas. Mientras tanto, el más daminificado es el Real Zaragoza. La competencia ayuda a obtener mejores resultados, igual que la plenitud física. Perderse entrenamientos y partidos no ayuda a captar y practicar el juego y los conceptos pretendidos por el entrenador. Todo son problemas y así es imposible. ¡Qué cruz!