Mediados del 2008. Axel Pons, el hijo mayor de Sito Pons, se ha destrozado medio cuerpo. Ha sido un accidente horrible, en Jerez, le ha pasado de todo cuando, en realidad, podía haber salido ileso del accidente. ¿Diagnóstico? Fractura de ambas tibias y peronés, de la pelvis, rotura de un ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, contusión pulmonar, laceración hepática y hemorragia interna. Estoy en un rincón de la UVI conversando con Laura, la maravillosa esposa de Sito. Y se me acerca la abuela, la madre del bicampeón del mundo de 250cc. Acerca sus labios a mi oído y me dice «por favor, ayúdame a convencer a Sito de que mis nietos dejen de correr».

Sito entra en ese instante y descubre lo que me acaba de suplicar la madre. «Mamá, dijimos que no volveríamos a hablar de eso mientras ellos quieran correr». Y la abuela se va, cabizbaja, como si su último intento, con un amigo de su hijo, hubiese caído en saco roto.

Dos semanas después, con Axel, puro acero, en vías de recuperación, le pregunto a Sito: ¿No te duele el alma después de que Axel (entonces con 17 años) sufriese esas lesiones? «Si de lo que se trata es de crearme mala conciencia, te diré que el peor rato de mi vida lo pasé cuando iba a su encuentro por la vía de servicio del circuito de Jerez. Vi la caída, de auténtica mala suerte, pues le atropellaron cuando él se levantó sin rasguños para volver a coger la moto. Fui a su encuentro y, cuando llegué a la curva, le oí gritar desesperado: ‘¡Las piernas, papá, las piernas!’. Pensé: ‘Está bien, se ha salvado’».

La abuela tiene razón, le dije. ¿No te has planteado pedirle a Axel que desista de correr? «No pretendo que me comprendas, ni siquiera que me entiendas. Solo los padres que viven una situación parecida a la mía están capacitados para comprenderme. Durante ocho años he intentado convencer a mi hijo de que no corriese. Es más, a los 12 años, lo envié a estudiar a Inglaterra. ¿Sabes por qué? Porque allí no corren en moto; solo en karts». ¿Te sirvió de algo? «Cuando, cumplidos los 14, regresó a Barcelona, me dijo: ‘Papá, eso de los karts es una bobada. Mi pasión es la moto’. Axel es, de su generación, el muchacho que más tarde empezó a correr en moto. Y todo por culpa de su padre, que no le dejó. Pero ahora que ha sido él quien ha decidido, pienso ayudarle a que, si vale, sea campeón».

Morir absurdamente

Axel Pons y su hermano Edgar, ya no corren. Lo han decidido todos juntos. Sí, tal vez, quién sabe, también la abuela. No digo que sean más felices. Pero tienen menos peligro. Claro que si luego piensas cómo murió Ángel Nieto (12+1 títulos, 90 victorias) o cómo falleció el norteamericano Nicky Hayden, no sé qué decirles. El 12+1 se estrelló mil veces, más, 2.000, y falleció en su quad porque, dicen, llevaba el casco mal atado. Hayden, campeón del mundo de MotoGP, se cayó 1.500 veces y murió porque un conductor le atropelló cuando paseaba en bici.

No solo lo dice Sito. No solo lo admite Laura, su esposa. Si no eres padre de piloto, no sabes de esto. No hables. Es su vida, es su sueño. Por eso les apoyan. Y no, créanme, ningún padre apoya a su hijo para que corra en moto porque, algún día, logrará el contrato de Marc Márquez. ¡Qué va! ¿Tienes miedo?, le pregunté un día a Roser Alentá, madre de los Márquez. «A eso no te acostumbras nunca. Los has visto de pequeños, con cuatro y cinco años corriendo. Ellos nunca notan el peligro. Saben lo que hacen. Llevan toda su vida corriendo. ¿Miedo?, yo hablaría de respeto. Siempre les digo ‘hijos, hacéis un trabajo de riesgo, intentad volver a casa enteros’. Y, sobre todo, les pido que, cuando se caigan, se acuerden de que les veo por la tele y que me levanten una mano para que sepa que están bien».