Mientras Michael Schumacher ponía el grito en el cielo en el lujosísimo motorhome de Ferrari --"siempre tiene que ser Montoya quien la líe"--, Fernando Alonso se asomaba con discreción a la puerta del hospitality de Renault para asegurar que Ralf, el hermano menor de Schumi (Michael tiene 35 años y el piloto de Williams, 28), era "un impresentable". "Espero que le abran una investigación y que le quiten la licencia, no tiene nivel suficiente para estar en la F-1".

"Uno no puede tirar por la borda un fin de semana esplendoroso por culpa de un idiota que, con sus maniobras incomprensibles, pone en peligro nuestras vidas", empezó diciendo Alonso, mientras cedía paso a una espectacular Naomi Campbell que entraba en la caseta de Renault para celebrar, con Flavio Briatore, la victoria de Trulli.

"Ralf está loco, y punto", siguió explayándose el asturiano. "No debería de seguir corriendo, pero todos sabemos que no le va a suceder nada por ser quien es, nada más. No se atreverán ni siquiera a llamarle la atención".

Cuando le preguntaron si no había pecado de novato, de inexperto, al escoger el incierto y velocísimo túnel para doblar a Ralf, Alonso apuntó: "Era una maniobra sencillísima. A Ralf le llevaban mostrando las banderas azules seis curvas antes de llegar al túnel. Yo esperaba salir de él para superarle, pero como ralentizaba su marcha y se apartaba, pensé que era buen sitio".

La sorpresa, según explicó Alonso, fue que "justo cuando estaba emparejado a él, va el tío y empieza a meter marchas y a acelerar como un loco. No me tocó, cierto, pero me obligó a irme hacia el lado del túnel más sucio y no he podido controlar el coche, chocando contra el guardarraíl y destrozándome el morro. ¡Es un impresentable!"

Alonso no quiso acabar su exposición sin asegurar que estaba seguro de la victoria. "El segundo repostaje lo iba a hacer cuatro vueltas después de Jarno y pensaba adquirir suficiente ventaja como para salir delante de él. Ganaba seguro y Ralf me ha estropeado la carrera".