"Estaba muy nervioso. Pido disculpas a todos". Claudio Ranieri quiso ayer poner hielo a la herida abierta tras el partido entre el Valencia y el Werder Bremen, que supuso la eliminación del conjunto levantino de la Champions. Al técnico se le calentó la boca y justificó la agresión sufrida por el árbitro sueco Andres Frisk en el partido Roma-Dinamo de Kiev, que acabó con la suspensión del encuentro y el cierre del estadio.

"Ahora entiendo lo que le pasó en Roma" fueron sus palabras instantes después de la eliminación, suavizadas la misma noche con el clásico dilema de donde dije digo digo Diego. "No quería decir eso, sino que Frisk había puesto nervioso a todo el mundo porque parecía que tenía manía a Aimar al no pitar las numerosas faltas recibidas". Tras serenarse, Ranieri ya no tenía queja: "Frisk es un gran árbitro".

Pero, el Valencia es consciente de que lo ocurrido tendrá consecuencias disciplinarias en la UEFA. Por eso, a la contricción de Ranieri se suma la de Angulo, expulsado tras una entrada brutal a Valdez y que, antes de abandonar el campo escupió a un rival. La acción derivó en una batalla campal. Adiós al fair play pregonado por el organismo europeo, especialmente sensible con los episodios de racismo del Bernabéu.

Y es que para Angulo "el partido fue muy tenso". Posiblemente, por las palabras de Ranieri y el comportamiento de Angulo, fuera de lugar, el club trató ayer de apaciguar a la UEFA con una nota oficial de disculpas. "El Valencia ha sabido ganar y perder, aunque siempre apuesta por el juego limpio".

Los cortes de manga

Pero, pese a la nota, el ambiente siguió muy caldeado durante todo el día. Agustín Morera, portavoz del consejo de administración, cargó contra los jugadores del Werder Bremen, que obsequiaron a la grada con cortes de mangas tras el segundo gol. "El gesto provocó la actitud de los jugadores y quizás las declaraciones de Ranieri". Morera pidió a la UEFA que "a la hora de tomar una decisión tenga en cuenta la actitud del Werder Bremen".