El Real Madrid reaccionó a su indolencia de Ipurua aumentando el compromiso y la entrega frente a un Valencia con dos caras, al que castigó a base de físico su desconexión del primer acto y sentenció al contragolpe en un encuentro con una parte para cada equipo, con Bale silbado e Isco de meritorio. Era un partido que marcaría una tendencia. Un Real Madrid mejorado físicamente, mostrando el efecto de la mano de Pintus, frente a un Valencia aturdido de inicio que frenó en seco su reacción liguera tras dos victorias consecutivas. El desgaste de la Liga de Campeones lo acusó en las piernas y en el ánimo. Se asfixió ante la presión madridista y le faltó puntería cuando reaccionó.

Porque comenzó con todo en contra el equipo de Marcelino, cediendo ante el empuje inicial del Real Madrid. Ya había perdonado dos un Benzema implicado cuando apareció Carvajal, apuró su banda y el centro lo remató dentro de su propia portería Wass. Se cumplía el minuto 8 y todo se ponía de cara para los de Solari, con viento a favor para ganar confianza las caras nuevas.

La actitud enterraría la pésima imagen de Ipurua. El Real Madrid mordió en cada balón con el espíritu competitivo de Carvajal que contagió al resto, Benzema robando balones en ayudas defensivas, una presión en bloque y continuos robos a un Valencia con una marcha menos. El partido de Marcos Llorente en Roma le mantuvo al mando, Reguilón mostró estar mejor físicamente que Marcelo y Solari, ante una banda con Gayá y Guedes reforzaba su banda derecha con Lucas Vázquez realizando ayudas a Carvajal. Bale volvía a la izquierda y lo intentaba siempre, cerca del gol con dos disparos con intención.

Tardó 28 minutos el Valencia para realizar su primer acercamiento y fue un disparo a las nubes de Gameiro. Se estiró el equipo de Marcelino obligado en la segunda mitad. En dos compases mostró más hambre que en toda la primera parte. Gameiro probó abajo a Courtois y cuando Parejo tuvo una décima de segundo con el balón en los pies para pensar, puso un balón en largo medido a Santi Mina, a espalda de Ramos, que chutó con potencia en carrera por encima del larguero. Fue un aviso en serio. El panorama cambió. Sin embargo, el Madrid acabó marcando el segundo.