Si hubiera conocido este Real Zaragoza contemporáneo, Murphy tendría que reformular sus leyes. Aquí, desde hace seis años, todo lo que va mal no es susceptible de empeorar, empeora de forma rotunda. El último y lamentable episodio ha situado al club en las cloacas de la indignidad, con una actuación bochornosa de todas las partes implicadas en el sonrojo. Movilla prendió la llama voluntaria y conscientemente, como cada paso que da: premeditado y alevoso. La respuesta de la SAD a las acusaciones del Pelado, representada por Pitarch, fue impropia de la institución por desproporcionada. Un error manifiesto que simplemente ayudó a propagar las llamaradas y a convertir la batalla en una guerra feísima y repudiable.

La aparición ayer por la mañana de Agapito Iglesias afeando el comunicado que había hecho la sociedad de su propiedad, desautorizando a Pitarch y loando con cinismo y desvergüenza a Movilla, al que por cierto había despedido de su empresa hace un mes, era el ingrediente que faltaba para que el circo estuviera al completo y el Real Zaragoza ardiera por los cuatro costados.

Las palabras de Agapito han sido las primeras de desaprobación a Pitarch desde que el director general llegó en verano, contratado para dos años por el propietario y con el que ha llevado a cabo un ambicioso plan de despidos y de adelgazamiento de la SAD, ahogada como está por una deuda millonaria. El soriano ha conocido y dado el visto bueno a todas y cada una de las acciones ejecutadas en estos meses, independientemente de su grado de impopularidad.

Es obvio que la desautorización de Agapito abre un nuevo escenario porque con ella ha buscado un doble propósito: trasladar a la opinión púbica el distanciamiento con su director general y hacer creer, para el que su grado de ingenuidad sea máximo, que ha sido ajeno a todo lo que ha sucedido en la SAD de julio a esta parte.

Muchas incógnitas quedan abiertas. ¿Despedirá Agapito, el amo, a Pitarch, el trabajador al que reprueba, sabiendo como sabe que su indemnización sería millonaria? ¿se marcharán Pitarch y su equipo voluntariamente, que no lo harán, o se desmarcarán del soriano? ¿la vuelta a escena del imputado significará que quiere volver a tomar las riendas del club o ha sido una simple voladura de cabeza primaveral? ¿responderá a la oferta de compra del valenciano o lo ignorará? ¿verdaderamente va a vender sus acciones o está jugando al juego de siempre? Las preguntas son muchas y la certeza solo una. Esto que vivimos ya lo hemos vivido. Mientras Agapito siga siendo el dueño, asistiremos al día de la marmota. Nada cambiará. El Real Zaragoza ha dejado de serlo. Es una absoluta vergüenza.