El Real Zaragoza no tuvo ni fortuna --la consumió frente al Real Jaén-- ni acierto ni capacidad ofensiva para ganar el colista. Dispuso de las mejores ocasiones, disparó a puerta más que en toda la temporada y llegó a dominar el partido en alguna de sus fases. Pero este equipo es un grave error desde la gestación y sus taras salen a relucir lo suficiente para perder contra un rival que además de ir el último, apenas se aproximó tres veces a Leo Franco. Llegó el Girona al principio y al final e hizo dos goles. Por el camino Roger y Luis García lo desperdiciaron todo, la mayoría fácil, y Leo Franco se encargó de tirar la llave al mar con una salida por alto lamentable. El objetivo sigue siendo el mismo, salvarse. Lo de la promoción estaba desactivado por lógica futbolística, pero ya no tiene sentido ni soñarla.

Una jugada defendida de horror en el minuto 13, cuando el Girona iba de la mano de Jandro, puso cuesta arriba el encuentro para un Real Zaragoza de clara naturaleza masoquista. Nadie supo cómo despejar la pelota, ni tampoco como tapar la llegada de Timor para recoger un pase hacia atrás para su irrupción. Es lo que tiene cuando juegas con dos mediocentros que no lo son. Timor se coló por el agujero y lanzó un violento y colocado disparo en carrera, imposible para Leo Franco. Al contragolpe y con algunas combinaciones de cierto mérito, el Real Zaragoza buscó una reacción rápida, por lo menos en el marcador.

Roger y Montañés, con Henríquez en la cueva desde los primeros tiempos de Paco Herrera, asumieron la responsabilidad de la conducción alborotada y de la terminación. El punta tuvo en su cabeza y en sus botas el equilibrio, pero entre su apagón en la última decisión y las intervenciones de Becerra, no hubo forma de embocar. Para entonces, Jandro había perdido el timón de mando y el Girona comenzó un descenso a los infiernos que parecía que, a la larga, le condenaría a la derrota.

La entrada de Víctor Rodríguez, el revulsivo, por un Cidoncha insípido en todas las direcciones, aportó una pizca de frescura. El balón pasó a ser propiedad exclusiva del Real Zaragoza y Henríquez, antes de ser sustituido por Álamo, le pegó con la zurda con desgana y mala postura, como si no fuera con él. El Girona, su entrenador, releyó la situación e introdujo a Matamala para aguantar el chaparrón. Y le salió redondo porque el Real Zaragoza se fue apagando como una vela sin llama. Ortuño, además, se anticipó de cabeza a los centrales y acarició el gol de la sentencia.

Ese gol lo regaló Leo Franco, que va de bajada en las últimas jornadas. Salió al balcón y se tiró por él. Un despeje ridículo del argentino cayó en los pies del tenaz Ortuño, quien estableció el resultado definitivo, un 2-0 favorable para el colista y un castigo merecido para un Real Zaragoza que no mira en ninguna dirección. Esta vez la suerte se fue con otro y Víctor Muñoz, desesperado, vio la roja por protestar. Es lo que tiene agarrarse del brazo de amores imposibles, de sueños que son pesadillas.

Fichaa técnica

2 - Girona: Becerra, Juanlu (Ivan López), Ramalho, Richy (Chus Herrero), Migue, David García, Timor, Eloi, Jandro, Gerard (Matamala) i Ortuño.

0 - Zaragoza: Leo Franco, José Fernández, Alvaro, Laguardia, Abraham (Rico), Arzo, Cidoncha (Victor), Montañés, Luis García, Henriquez (Javi Álamo) i Roger.

Goles: 1-0 Timor, min. 13. 2-0 Ortuño, min. 85.

Árbitro: Ricardo de Burgos Bengoetxea. Ha mostrado tarjeta amarilla a Gerard Bordas, Matamala y Chus Herrero por parte del Girona y a Henriquez, Laguardia y Roger, por parte del Real Zaragoza. Ha expulsado a Víctor Muñoz por protestar.