El Real Zaragoza lleva siete victorias en las últimas ocho jornadas. Ese es el estado actual del equipo, que ha ganado partidos con una regularidad asombrosa, con amplios merecimientos en muchos de ellos y con algo de fortuna en otros, y que ha pasado de pelear por eludir el descenso a jugar por el ascenso a Primera. A falta de nueve encuentros (27 puntos), ocupa la sexta plaza y tiene el segundo puesto a dos victorias. Un escenario impensable en Navidad.

Valgan estos datos someros para constatar cuál es el momento por el que atraviesa el Zaragoza cuando la Liga ha entrado en su fase decisiva. Cierto es que en los últimos tres partidos el nivel de juego no ha sido tan convincente como lo fue durante la fase principal de esta resurrección extraordinaria, muy especialmente frente al Sevilla Atlético, pero también en León y contra Osasuna a pesar de las victorias. Cierto es y los profesionales del club lo saben. Tanto como que en todos los sitios cuecen habas (Oviedo, Pamplona, Granada...) y que el Zaragoza está donde está, con un escenario esperanzador ante sí, por hechos consumados y merecimientos propios.